TERCER CAMINO

Mi jardín

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Lavinia del VillarSanto Domingo

Parece que a mi jardín no le importa que yo esté triste, o quizás lo que pasa es que sí le importa, y por eso se empeña en hacerme sonreir. Las orquídeas florecen, los gíngeres rosados se lucen radiantes, los rosales exhiben sus más hermosas rosas, y todas las otras plantitas se esfuerzan por no quedarse atrás. ¿Cuál será el mensaje que me envía, y quién estará detrás de todo esto? ¿Será Dios que responde a los ruegos de quienes me quieren bien? ¿Serán las flores las mensajeras de la paz que ando buscando? Pues parece que ellas decidieron hacerse cómplices de los que dicen que la vida continúa y que tenemos que aceptar las cosas que no podemos cambiar, y por eso pretenden decirme que yo también soy llamada a florecer de muchas maneras, haciendo el esfuerzo por dar lo mejor de mí, y por llevar paz, gozo y amor en mi interacción con los demás. Ya entendí que no tengo derecho a regar desesperanza ni amargura, sino que debo poner de mi parte y levantarme con la belleza y riqueza interna que nos irradia la gracia divina. Mis sentidos también se confabulan para decirme que ha llegado una nueva estación y que necesito descansar, porque aunque no entienda el significado de mis sueños de hoy, ni lo difícil que se convirtió el tercer camino, insisten en que “Dondequiera que estemos, Dios está y todo está bien”. Por eso, con el favor del Padre, estoy lista para disfrutar mi jardín, compartir mis flores, y recibir bendiciones. Que así sea.

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