Los premios

A Emma le encantan los espectáculos por televisión. Ahora anda comentando con sus amistades la próxima entrega de los premios Soberano. Claro que tiene sus favoritos y, además, también opina sobre quiénes deben conducir el espectáculo. Lo más importante, según ella, es que no se cometa ninguna pifia como ya sucedió en el concurso de Miss Universo, lo que según mi inefable cocinera fue un gran disparate por punta y punta, puesto que la más bonita era la representante de Colombia, a la que la filipina no le daba ni por los tobillos. Lo de los Oscar fue diferente, a juicio de mi factótum. La tal “La la land”, que vio en un CD pirateado que trajo uno de mis hijos a casa, le pareció muy almibarada, no le gustaron las canciones ni los bailes, solo le gustó el protagonista. Así que eso de que otra película le ganara le pareció muy bien, además de que se trata de una película de gente de color y, según su criterio, ya era hora de que reconocieran los méritos de la gente de su color.

En un aparte, yo traté de hacerle ver que no se premia por color, sino por méritos. Ella torció la boca y me contestó que eso puede ser aquí, en donde apreciamos los méritos de todos, pero en Gringolandia no es así. De todos modos, Emma confía en que los encargados de los sobres premiados no se dejen sobornar para cambiarlos. Según su criterio, eso fue alguien del tal “Tro”, que es un racista furibundo. No pude menos que reírme de la salida de mi ¡tremenda cocinera!