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Saber elegir

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Maruchi R. de ElmúdesiSanto Domingo

El saber elegir siempre ha sido una de las cosas más importantes de nuestra vida.

Nuestra vida será feliz o desgraciada si sabemos elegir o si elegimos mal.

“Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó a pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.” (Eclo 15, 16-21) La libertad del hombre es lo más grande que Dios le ha regalado. Él prefirió que fuera el hombre por sí mismo el que decidiera amarlo o no. Respetarlo o no. Nunca interfirió en su libertad. “Quiso Dios ‘dejar al hombre en manos de su propia decisión’ (Si 15, 14), de modo que busque a su creador sin coacciones y, adhiriéndose a él, llegue libremente a la plena y feliz perfección”.

(Conc. Vaticano II , Constitución GS 17) “La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.” (Catecismo de la Iglesia Católica Nos. 1730 y 1731) Sin embargo, no somos libres para hacer el mal.

Y en estos momentos se vuelve a poner sobre el tapete el tema del aborto, para tratar de nuevo de despenalizarlo.

“La vida humana es sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (CDF instr “Donum vitae” intr..5) En el sermón de la montaña, el Señor recuerda el precepto: “No matarás” (Mt 5, 21).

Por eso en el evangelio de hoy según San Mateo, Jesús insiste en que: “No crean que he venido a abolir la ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud”.

La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción.

Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida. “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado” (Jr 1,5; Jb 10, 8-12; Sal 22, 10-11) “Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra.” (Sal 139, 15) Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable.

El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral. Tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables.

(GS 51, 3) Definitivamente, el problema de hoy es de evangelización: que se viva el proyecto cristiano en plenitud y saber cómo seguir a Jesucristo en situaciones especiales. En el ambiente en que se nos está obligando a vivir, la vida de un cristiano es verdaderamente un reto. ¡Dios nos ayude a no caer en tentación! Amén.

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