POR SALUD RENAL
Trasplante renal y cirugía
Los pacientes que van a recibir un trasplante renal suelen preguntar: ¿Cómo van a extirpar un riñón y trasplantar otro en su lugar? Y aunque sería lógico que piensen eso, nada más alejado de la realidad. En sus inicios, los cirujanos que intentaron los primeros trasplantes de riñón lo hacían de esa manera, pero, debido a que significaba una cirugía muy larga y técnicamente complicada, se buscaron técnicas alternativas, porque los riñones son órganos localizados muy profundos en la cavidad abdominal, protegidos en su parte posterior por gruesos y fuertes músculos de la espalda media, o músculos lumbares. Las arterias renales que les suplen la circulación son ramas directas de la aorta y son bastantes cortas.
Y así también las venas renales, usualmente una para cada riñón, son también cortas, gruesas, y desembocan directamente en la vena cava inferior. O sea, son los dos vasos (arteria y vena) más grandes del cuerpo.
Así que se determinó que los riñones solo tenían que recibir un buen flujo de sangre arterial, sin importar la arteria que lo supla, y una buena vena para retornar la sangre venosa ya filtrada al torrente sanguíneo. Pero además se necesita conectar el uréter, que es el conducto que lleva la orina formada hacia la vejiga urinaria, para eliminarla luego.
Después de varios tropiezos experimentales, documentados en la literatura médica, se llegó a la conclusión de que el mejor lugar para trasplantar un riñón es en una de las dos fosas iliacas, derecha o izquierda, ya que ahí contamos con las ramas principales de la arteria aorta cuando se bifurca en la pelvis, llamadas arterias iliacas que van junto a sus correspondientes venas iliacas.
Allí hay un espacio suficiente para un riñón y, además, está más cerca de la vejiga para conectar el uréter usualmente recortado en la cirugía de extracción en el donante.
De manera que, al final, sólo tenemos que conectar mediante técnicas de cirugía vascular, la arteria iliaca, y la vena renal a la vena iliaca.
Luego el uréter lo conectamos a la vejiga mediante una técnica urológica simple o “Neocistostomía”. No tenemos que extirpar ningún riñón del paciente, ya que están en otro lugar más arriba, y ni se tienen que tocar durante el proceso quirúrgico.
Estos riñones propios, generalmente solo están, no son funcionales. No obstante, hay algunas indicaciones que se nos presentan esporádicamente en algunos pacientes, en los que se hace necesaria la extirpación de uno o los dos riñones propios o nativos, pero casi siempre en una cirugía previa, como son los siguientes puntos:
- En caso de infecciones severas o abcesos renales.
- En los casos de aumento de tamaño desproporcionado de los riñones.
- En los casos en que los riñones dañados estén produciendo un exceso de renina.