¿Es Jesucristo, el verdadero rey de tu familia?

El domingo pasado fue el último domingo del Tiempo Ordinario, la Fiesta de Cristo Rey. Comenzó un nuevo Año Litúrgico, con el tiempo de Adviento.

Jesucristo, Rey del Universo. Su dominio es eterno y no pasa.

Y durante este Mes de la Familia, podríamos preguntarnos, ¿es Jesucristo el Rey de tu Familia? ¿Es verdaderamente el Rey en nuestros hogares? ¿La persona en quien pensamos cada día, mientras realizamos nuestros quehaceres cotidianos? ¿Le contamos nuestros problemas? ¿Lo tenemos siempre en las cosas buenas y en las no tan buenas que nos suceden? O, simplemente ¿es alguien que pertenece a la historia, al pasado? Durante esta semana hemos estado leyendo el Primer Libro de los Macabeos, donde nos narran el sacrificio y muerte de los israelitas que prefieren morir antes que abandonar sus leyes y las costumbres de la alianza de sus padres con el Señor. ¿Somos nosotros también hoy capaces de permanecer fieles a nuestra fe y costumbres cristianas, ante la vorágine, de todo lo que nos viene de fuera? Debemos tener presente que hay muchas familias que están bien, porque tienen a Jesucristo en medio de sus hogares siempre “en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de nuestra vida”.

¡Qué pronto se les olvida a otros el juramento que se hace el día de la boda sacramental, frente a Cristo y a su representante en la tierra cuando se casan!, y cómo los israelitas se acomodan a las circunstancias del momento.

En este año vamos a continuar reflexionando y diciendo que sí, valoramos nuestra familia, que creemos en los valores que promueve y que estamos dispuestos a luchar por ella, frente a las instituciones que están abogando por su desaparición.

El matrimonio está cimentado en los valores del Evangelio.

Fue elevado a Sacramento por Jesucristo mismo, en las bodas de Cana, con su presencia y su ayuda a los novios. Pensamos que tenemos que estar claros hoy en día sobre lo que creemos.

Y dejar de ser incoherentes con nuestras actitudes.

Si queremos prevenir la violencia entre las familias, entre las parejas, niños, hembras y varones, adolescentes, envejecientes, en fin todo aquello que produce daño al otro, debemos comenzar por nosotros mismos. En estos tiempos de fiestas, cuidado con el alcohol, está haciendo mucho daño, las palabras hirientes también. Tenemos que luchar contra la posesión machista de nuestra cultura. Trastornos de tipo narcisista, que tanto abunda en nuestra sociedad a todo nivel. No podemos seguir juzgando a los demás sin conocimiento de causa. La permisividad no hace nada bien. La descomposición social es lo que hace que la familia esté mal.

Es por eso que no podemos cansarnos y seguir promoviendo los valores inherentes a la familia como son: el amor, la tolerancia, la paciencia, la verdad, la paz, la solidaridad, la honestidad.