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POR SALUD RENAL

44 años en la nefrología

Llevo cuatro décadas y media trabajando en el área de la nefrología. Cada vez me duele más ver cómo la incidencia de los pacientes renales aumenta, y cómo la prevención no es tan efectiva como debería.

A lo largo de mi carrera, me he dedicado junto a muy buenos colegas, a buscar solución a los problemas renales de los dominicanos. Me agrada saber que hoy en día el país cuenta con excelentes especialistas, y que, aunque fui la primera mujer nefróloga en el país, hoy son muchas las doctoras que se preocupan por avanzar en esta especialidad.

Recuerdo que mi primera experiencia en la nefrología fue en el año 1971, cuando comencé en el hospital Salvador B. Gautier, bajo la orientación del doctor Ernesto Morales. Me satiface saber que estuve presente en el primer tratamiento de diálisis peritoneal, que se realizó en la clínica Abel González.

Tanto los tratamientos de diálisis peritoneal como los de hemodiálisis eran considerados de carácter de emergencia, habiendo los primeros riñones artificiales llegado al país para el año 1967. Recuerdo que funcionaban con grandes máquinas utilizadas manualmente, y fue en años posteriores que tuve la oportunidad de participar en los tratamientos de hemodiálisis y se comenzaron a colocar las fístulas arteriovenosas, que consistían en la colocación de unos dispositivos en el brazo del paciente para poder conectarlos a la máquina de los riñones artificiales.

En el Gautier comenzamos con dos máquinas de hemodiálisis y fue a partir de ahí que se empezó a tratar a los pacientes crónicos. Para ese entonces estos tratamientos se hacían en un período de tiempo de cuatro horas, dos veces a la semana y se habilitó una sala del hospital para colocar las dos máquinas.

Al finalizar en el Hospital Salvador Gautier. pasé a hacer su residencia en nefrología en el Hospital General del Seguro Social, en México, para el 1973. Regresé al país un año después, y comencé a impartir clases de nefrología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD, por 26 años.

Estuve presente en el primer trasplante renal que se hizo en México, para el período donde se inició el Programa de Trasplantes de Donantes Vivos en el Hospital General del Seguro Socia. Entre los años 1975 y 1976 estuve en el Hospital Notre Dame en Montreal, Canadá. Allí tuve la oportunidad de participar en las clínicas de seguimiento de trasplantes, continuando con su entrenamiento.

En el año 1977 regresé al país para reintegrarme en el Hospital Salvador B. Gautier y para seguir impartiendo clases en la universidad.

En 1980, cuando comenzaron a llegar otros nefrólogos al país, y se realizaron unidades de hemodiálisis en otros hospitales, tales como el Hospital Padre Billini y el Hospital Regional Cabral y Báez, estuve presente. Fue en 1987 que se realizó el primer trasplante renal en el Gautier, y como fundadora del Programa de Trasplante Renal, estuve presente. Para entonces ya se había comenzado a preparar un equipo médico de nefrología. Antes de eso, en 1986, en Santiago, se había realizado con éxito el primer trasplante de un donante vivo por los doctores Ashley Baquero y Rodolfo Ortiz.

He desempeñado diversos cargos en área de la nefrología, pero en estos 44 años lo que más me satisface es el haber aportado para que mucgos dominicanos disfruten de un mejor estado de salud, y para que algunos conozcan la imporancia de la prevención.

Hoy con cuatro décadas y media, esto me enorgullece, pero no puedo negar que me entristece el hecho de que las autoridades aún pueden hacer más para ayudar a los pacientes renales.

Hilda Lafontaine, directora médica de la Fundación Ashley Baquero.

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