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NAJAYO-MUJERES

El llanto de las prisioneras

MARTILLANDO EL PROTAGONISMO QUE TUVIERON EN ESCENARIOS DE DROGAS, ESTAFAS, ROBOS, RIÑAS Y HOMICIDIOS

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Wendy Santana de FranjulSan Cristóbal

La Cárcel Modelo Najayo-Mujeres se convierte en una sinfonía de llantos, cuando coincide el ritmo de las angustias y aflora el sentimiento femenino, dando la impresión de estar orquestados.

En ocasiones, se asemejan al momento más dramático de las melodiosas sinfonías del pianista alemán Ludwig van Beethoven, que provocaron un tenso estallido en la música clásica de su época.

Después se confunden con el sonido sutil de los quejidos de resignación de los personajes de las obras teatrales más intensas, cuando ya tienen que terminar su participación en el escenario de la tragedia.

El llanto de las prisioneras es bien tormentoso. Es el reflejo del lamento de los hechos cometidos que las llevaron a privarse de su libertad, y el dolor de no poder estar con sus familiares, principalmente con sus hijos y esposos.

Generalmente se producen de manera individual y espontánea, pero con frecuencia se detonan en combinación cuando una de las internas ya no aguanta más pesar y comienza a desahogarse en presencia de sus compañeras de palco. Otra le sigue en solidaridad y en pocos minutos todas hacen lo mismo.

El no poder devolver el momento previo a la escena del crimen, para evitarlo, o decir que NO a una propuesta de participación en un hecho delictivo, las hace estallar en lágrimas regularmente, así como el lamento de no poder pedir perdón por los daños ocasionados, ni lograr que acepten su expresado arrepentimiento.

Las que afloran sus sentimientos a través del llanto no se sienten meritorias de reclamar mejores tratos humanos en la cárcel. El recuerdo de no haber tenido ningún tipo de consideración con las personas a las que afectaron con sus acciones las hace pensar así.

Aterrizar en la realidad Es frente a los barrotes cuando se dan cuenta de lo absurdo que fue discutir por un turno en un baño público y haber matado, “por accidente”, a una persona que ni conocía ni le tenía ningún rencor.

O estar 20 años en la cárcel por no haber frenado el deseo de empañar la imagen de una amiga que brillaba más que ella en Facebook, colocando mensajes ofensivos alusivos al mal aliento. Terminar quitándole la vida con una cuchillada cuando ésta fue a su casa a reprocharle su actitud todavía no se lo pueden explicar.

Entender que no valía la pena robar prendas íntimas de la tienda donde trabajaba, porque finalmente las vendía por “cheles”, es demasiado tarde ya, pues ahora debe estar 15 años privada de la felicidad que les brindaban sus hijos pequeños y para los cuales sustraía “cosas ajenas”.

Es la limitación de la libre expresión de sus deseos lo que les ha hecho comprender a las que fueron encarceladas por participar en tráfico de drogas, que tenían cualidades para dedicarse a la venta de productos y servicios en el comercio transparente, y que no debieron confiar en personas a quienes sólo les interesaba el “bienestar” del “dinero callejero”.

Lo terrible que es no tener salud mental y poner la vida en un hilito cada vez que pasan los pensamientos de suicidio o de escapar de la cárcel, es lo que se viene a ver cuando se está cumpliendo una condena de 30 años por violencia intrafamiliar y asesinato de hijos.

Este es uno de los casos más insólitos que vimos al visitar la penitenciaría de mujeres en de Najayo para la serie de reportajes que titulamos: “En el cerebro del delincuente”.

La mujer envenenó a sus cuatro hijos para terminar con la presión que le generaba la petición del novio de que le “buscara puesto a esos muchachos”, para poder ambos tener relaciones sexuales en absoluta privacidad, sin los berrinches y vigilancias de los chicos 6, 7, 9 y 10 años, concebidos con otros dos hombres.

Otro caso espeluznante es el de una joven que cumple condena de cinco años porque lanzó el llamado “ácido del diablo”, a otra, por entender que coqueteaba con su novio.

La acción se considera intento de homicidio por la invalidez estética provocada a la persona afectada.

La educación La educadora Janny Damián es la que evalúa a las internas de Najayo para determinar a qué área de la educación deben ir.

Esto es obligatorio. Deben alfabetizarse si no lo están, terminar el bachillerato si no lo han hecho, tomar una carrera técnica-vocacional, ir a la universidad que opera en el penal, o dar clases si ya son profesionales.

Esta fase del proceso se llama diagnóstica y es la primera que se realiza. Luego sigue la etapa de ingresar al tratamiento que amerita el caso, ya sea atenciones médicas físicas y psíquicas, así como terapias ocupacionales que van desde hacer las labores domésticas, hasta usar la creatividad generando productos y servicios remunerados que sirvan para su sustento personal.

El seguimiento consiste en vigilar que se integren plenamente a las actividades del penal y dejen de pensar, de una manera dañina, en su situación y en los años que les faltan para salir.

“Tenemos más de 18 cursos técnicos sobre costura, repostería, elaboración de cuadros, bisutería, entre otros, ofrecidos por el Instituto de Formación Técnico Profesional (Infotep) y por el Ministerio de Cultura. Se ofrecen talleres de preparación de disfraces de carnaval, canto, danza y teatro. También cursos de desarrollo micro empresarial para cuando salgan de la cárcel puedan desarrollar su propio negocio”, indicó.

Ya la Universidad de la Tercera Edad (UTESA) realizará, en diciembre próximo, su primera graduación en tres carreras: Derecho, Psicología y Magisterio.

Salud mental Cada vez que llega una nueva reclusa al penal Najayo-Mujeres, la psicóloga es la primera que se deprime, pero saca fuerzas para cumplir su misión de hacer que la persona retenida en el penal acepte su realidad lo más rápido y sanamente posible y trate de salir a flote en medio de su condición.

“Tenemos el problema de que cuando llega una nueva las que ya están aquí les dicen: “Llegaste a la segunda vuelta” y ellas interpretan que les van a zanjar la cara para estar iguales, o que las van a violar o a matar. Se atemorizan y no quieren colaborar con los sistemas de rehabilitación”, explica la psicóloga Olga Beltré.

También nos indica que pelean, pero no tanto como antes con el viejo sistema en que el ocio las desesperaba. “Nosotros tratamos de evitar cualquier situación de enfrentamiento aquí en el penal. Ellas están sin muchas comodidades en su habitación, pero tienen un área común con televisor y abanicos, donde pueden convivir tranquilamente”, asegura.

Sus mayores crisis son por rebeldía a las medidas y protocolos de la cárcel -dice- y agrega que el mayor inconveniente para su mejoría es el temperamento normal de las mujeres, que experimentan cambios de estados de ánimo, desde enfados repentinos, guapezas, reclamos constantes y peticiones de que se les permita visitar a sus maridos en Najayo-Hombres.

No obstante, asegura que gracias a las técnicas que proporciona la psicología, es posible mermar el tétrico panorama que viven las imputadas y gradualmente lograr que no se suiciden ni que pretendan cometer otros delitos posibles ahí adentro.

La psicóloga hace todo lo posible porque se alimenten cuando se niegan a hacerlo en su afán de llamar la atención, y lograr que las lleven a un hospital sólo por respirar por unas horas el aire de las personas que no están presas. A esto se le llama compensación emocional en momentos de crisis.

El rol del psicólogo o psicóloga en Najayo-Mujeres es hacer que las internas logren controlar sus emociones y asuman con responsabilidad las consecuencias de sus hechos, dando paso a pensamientos positivos, deseos de recuperación y poner de su parte para “sanarse”.

La realidad del penal A unas les da vergüenza que las vean entrando a la cárcel cuando retornan a sus celdas después de haber disfrutado del privilegio del tiempo “Medio Libre”, que se les concede por haberse sometido obedientemente a los programas de regeneración social, durante la mitad de la pena.

Otras no saben cómo explicar por qué están en sillas de ruedas en un recinto carcelario, con un andador, muletas, una condición de ceguera o ser una persona mayor de edad.

La respuesta sólo la tiene su conciencia y el expediente que crudamente detalla las hazañas que cometieron en un momento determinado. Los motivos por los que no tuvieron la suficiente voluntad para decir NO a una propuesta delictiva o un pensamiento criminal, ni siquiera ellas mismas lo pueden identificar.

Se les hace muy difícil explicar por qué les dieron participación a sus hijos en hechos planeados por ellas, censurados por la Ley. O por qué se integraron familias completas en redes de malhechores, donde está incluida la mujer, el marido, el hijo, la hija, el hermano, el padre o el tío.

Tampoco se explican por qué estallan en llantos con frecuencia, aparentemente por nada. Ni mucho menos por qué discuten entre sí y con las custodias, por qué se enfadan tanto y por qué desean a los hombres más que en cualquier otro momento de sus vidas.

Estar lo más bella posible es una prioridad para “no dejarse caer”. Dormir al menos 5 ó 6 horas al día es un sueño; ver a su familia, el mayor deseo, y salir pronto de la cárcel lo imposible para las mujeres que están comenzando una condena de 5 a 30 años en la penitenciaría de San Cristóbal.

La cárcel en números Al día 4 de agosto (2016) cuando visitamos la cárcel Najayo-Mujeres había 302 internas, de las que 133 estaban condenadas y 169 eran preventivas. La capacidad del penal es de 309 internas y a esa fecha la ocupación era de 302. Quedaban apenas 7 camas para nuevos ingresos. La mayor cantidad de internas, que equivale a 402, eran de la provincia Santo Domingo. Las de San Cristóbal no llegaban a 15. Según la Consultora Jurídica del penal, Esperanza de León, quien ofreció estos datos, no es que delinquen menos, sino que es un problema de densidad poblacional. No hay centros penitenciarios en la Capital y la provincia Santo Domingo.

Sobre las condenas informó que se registran desde uno hasta 30 años. “El delito por el que tenemos más mujeres aquí es por violación a la Ley 50-88 sobre droga, seguido de infracciones a los artículos 379 del Código Penal Dominicano, que es robo; el 309, que es riña, el 138 sobre homicidios, y también están las violaciones a la Ley 24-97 sobre Violencia intrafamiliar”.

“La más alta ocupación de internas en el penal es por homicidios, que tenemos 36”, agregó para ser más específica. En algunos casos se suman violaciones a tres artículos: El de homicidio, violencia intrafamiliar y porte y tenencia de armas de fuego.

“Mujeres con sus maridos o algún familiar presos en Najayo-Hombre tenemos un 25%, la mayoría involucrados en el mismo caso. Hay hasta 4 y 5 miembros de una sola familia”.

Los casos menos frecuentes, pero que también existen en Najayo-Mujeres son los de delitos de tecnología, como la clonación de tarjetas o falsificación de billetes. En la mayoría de los casos participan en estas acciones y forman parte de una red.

“Hemos sabido de algunas, aunque no en este penal, que son profesionales egresadas de universidades dominicanas y extranjeras, de las carreras de informática o tecnología de la información que se ponen a eso. Ya las mujeres están en todas las cosas, como los hombres. Sin embargo, conservan su sentimiento femenino y su lloradera”.

Se arriesgan sin medir las consecuencias Entrevista con la Consultora Jurídica de la Cárcel Modelo Najayo-Mujeres, Esperanza de León

¿Es cierto que algunas mujeres delinquen aquí mismo en el penal? Sí. Mayormente las mujeres que han agarrado trayendo drogas para Najayo las dejan presas aquí mismo. Ellas se arriesgan. Trabajan para alguien y las obligan a hacerlo. Otras se las traen a sus familiares, o las vienen a vender aquí. ¿Increíble, verdad?, pero es así.

¿Por qué cree que se arriesgan? Sabrá Dios. También hay gente de la sociedad que la vende, por otras razones diferentes a la pobreza que ni uno mismo sabe. Ese es el caso de Martha Heredia (aunque no es en esta cárcel sino en Santiago), de Mery Peláez y de Sobeida Félix, que en su momento tuvieron jefes y actuaron por mandatos

¿Cómo fue su comportamiento? Mery Peláez estudia Derecho en la Universidad de la Tercera Edad de aquí y trata de regenerarse. A Martha se le permite participar en actividades en diferentes cárceles y así. Pero cometieron sus erroresÖ Otros casos de renombre son el de la esposa de Joselito Sport, el dueño de banca que fue asesinado por alegado maltrato a toda la familia. Ella fue condenada a 20 años como autora intelectual y uno de los hijos de ambos haber cometido el hecho concreto.

¿Qué otros delitos hay aquí? Otra mujer está preventiva por el desfalco al Banco Peravia. Se trataba de una red de desfalco y ella participó. Los demás integrantes son miembros de su familia. Hay un tío, un hermano y otros miembros involucrados. Son de apellido Serret.

¿Hay presas por casos simples? Todos son casos lamentables, por más simples que sean. Pero lo más penoso es verlas recluidas por discusiones que se pudieron evitar, como esa del baño público. Una muchacha le dio un golpe tan fuerte a la que quería entrar primero al baño que la mató sin querer y aquí está arrepentida, pero ya no hay nada que hacer. La otra está muerta y enterrada. Y ella con 20 años de prisión porque no fue premeditado, pero son 20.

¿Qué otros por accidentes? El otro caso que viste fue el de la muchacha que le roció a otra “ácido del diablo”. La afectada quedó viva, pero es como si estuviera muerta porque recibe el rechazo de la sociedad, no consigue trabajo y su vida ya no es la misma. La acción fue calificada como intento de asesinato.

Hablemos del Código Penal El Código Penal divide las riñas en simples, medias, complejas e intentos de homicidios y dependiendo donde caiga será la pena de uno a cinco años, excepto cuando ocasionar daños graves, que se tipifican como intentos de homicidios.

¿Conoce la gente el Código? No. Si lo conocieran en detalle tal vez no sucedieran tantas cosas. A muchas mujeres el haber participado en un bochinche en su barrio les ha costado cinco años de cárcel. Hasta haberse metido a defender a una persona a la que le estaban dando golpes, aunque haya sido ella la que recibiera más golpes. En todos los casos se somete por riña.

¿Cuáles son los casos más insólitos? Lo más terrible es cuando vienen aquí por haberse “fajado” con otra por envidia. Porque una se compró unos tenis nuevos y “me está echando vainas”, porque se arregló el pelo y me pasó por el lado y me miró mal. En fin. Cosas así de simples generan una pelea entre ellas, una sale mal golpeada y las dos vienen a parar aquí.

¿Y el caso de bullying en Facebook? La muchacha que mató a su amiga cuando ésta fue a reclamarle que ponía mensajes “sucios” en Facebook nunca pensó que esa maldad iba a terminar en cárcel. A ella sólo le echaron 15 años porque la que resultó muerta fue a agredirla a su casa con un cuchillo y ella, actuando en defensa propia, también haló un cuchillo y le dio una estocada. La mujer duró tres días viva, agonizando y sufriendo, y finalmente se rindió a la muerte. La que cometió el crimen, ahora no puede dormir con pesadillas y lloradera.

¿Qué pasó en el baño público? La del pleito en el baño público, como sabes, eran tres compañeras que le cayeron a una que quería hacer trampa para entrar primero al baño, pero solo una la mató y está aquí con una condena de 20 años.

¿Cuáles son los ganchos del robo? En relación a los casos de robos, la mayoría de las mujeres internas aquí utilizaban la astucia de ir a vender servicios funerarios y de seguros a las casas, a hacer encuestas o a predicar y aprovechando descuidos se llevaban lo que podían. También tomaban fotos a puertas y entradas de la casa o pedían informaban a otros de cómo entrar, que bienes poseían, cuántas personas habitaban y cómo era su temperamento.

¿Cuál es el expediente más raro? Una aceptó la oferta de permitir la construcción de un túnel en el terreno donde tenía su salón de belleza, con fines de perpetrar un robo en el banco Ademi. Esa es María Dolores Fajardo. Está en todos los periódicos. Ella ahora no sabe qué hacer con su vida. Otro caso extraordinario y muy creativo es el de una chica que tenía la modalidad de atracar a los delivery de los colmadones cuando éstos llegaban a su casa con los pedidos. Ella llamaba a distintos colmados, pedía todo lo que podía e indicaba traer devueltas de altas cantidades. Cuando llegaba el joven lo hacía entrar a la casa, seductoramente, y lo atracaba ahí dentro.

¿Cómo la descubrieron? Lo hizo muchísimas veces, pero casualmente ninguno la denunciaba por la vergüenza que les daba decir que una mujer los atracó. Hasta que un día que alguien frustó su intento y fue sometida a la justicia. Luego los demás hablaron. En su mayoría eran muchachos jóvenes que la creían una enajenada mental.

Hablemos de violencia intrafamiliar

Los temas de infanticidios son casos que nosotras las que trabajamos aquí no nos explicamos cómo suceden. Una joven que tenía una condición más o menos nerviosa, pero no era loca, echó a su niño recién nacido por una letrina. Otra se sentó en un inodoro a parirlo y ahí mismo lo tiró. Se cortó el cordón umbilical y le dio a la palanquita. En el caso de la mujer que ocasionó la muerte con un veneno a dos de sus cuatro hijos la sometieron por homicidio premeditado y violencia familiar. Las acusadas generlamente describen las escenas del crimen como si nada. Y después están condenadas en cada rincón llorando sus muertos. Cosas que uno no entiende. Y las psicólogas horrorizadas.

(+) CONTROL DE HOMBRES La directora de la Cárcel Modelo Najayo-Hombre, Jenny Olga Hernández Rosario, dice que prefiere trabajar con varones que con hembras. Asegura que los hombres les tienen más respeto y las mujeres son más descontroladas.

“Está escrito en la historia de la humanidad que nosotras controlamos mejor los centros penitenciarios de hombres. Yo trabajé en Rafey-Mujeres, en el año 2009, pero son bastante complicadas. Le confieso que me gusta más con varones. Tengo 14 años en el modelo de gestión penitenciaria y hasta ahora ninguno ha intentado hacerme una falta personal”, sostiene.

Cuándo se le pregunta a qué cree que se debe su genio dice que a los distintos ciclos por los que atraviesan para llegar a su período menstrual. “Ellas hablan mucho por naturaleza e internas aquí lo hacen mucho más. Reclaman derechos, compiten por la belleza, y hay momentos en que todas se alteran y están nerviosas y ansiosas. Es bien difícil eso”.

La directora de Najayo-Hombre, quien entró al sistema carcelario en el 2009 trabajando como digitadora en el proceso de admisión de los internos de Puerto Plata y hoy tiene maestría en administración penitenciaria, asegura que actúa como una madre cuando es necesario, y es fuerte cuando tiene que sancionarlo si se pasan de la raya.

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