Cestería, oficio centenario en Baní

Tradición. Manuel de Jesús Lara, con 96 años de edad, todavía se mantiene activo en el oficio de la cestería.

Tradición. Manuel de Jesús Lara, con 96 años de edad, todavía se mantiene activo en el oficio de la cestería.

El oficio de la cestería en la comunidad Las Tablas, en Baní, se practica desde hace más de un centenar de años, y desde entonces hasta el día de hoy ha sido y sigue siendo el sustento principal de la mayoría de las familias de esta comunidad sureña, de tierras áridas y clima seco, pero de gente entregada al trabajo desde que el sol apunta sus primeros rayos mañaneros.

A través de este oficio se confeccionan una serie de artículos originalmente de uso campesino, sumamente extendido hasta muy entrada la década de los años 80 del siglo XX recién pasado, como el macuto, el árgana y la escoba, que tiene como materia prima dos productos vegétales, el guano y el cogollo (cojollo) de la cana.

Artículos y su uso Hoy, aunque el campesino banilejo, como en otras demarcaciones, sigue usando el árgana para colocar las cargas de víveres y otros productos campesinos en sus animales (burros, caballos y mulos), así como el macuto, en el que lleva sus artículos personales a su lugar de trabajo en el campo y las escobas para la limpieza de patios y el interior del hogar, la tarea de la cestería en Las Tablas, ha evolucionado en sus más de 100 años de historia en un arte que les permite a las nuevas generaciones la confección de nuevos productos, usados incluso como suvenir de atractivo turístico para ferias, hoteles y adornos de salas y cocinas en el hogar, entre otros.

Ahora se confeccionan también bolsos, carteras, sombreros, vistosos macutos de nuevos y modernos estilos, árganas que ya no son para la carga en animales, sino como coquetos, vistosos y pequeños suvenir, que se venden en el mercado nacional y que adquieren como bellos recuerdos de la identidad cultural del pueblo banilejo, extranjeros que nos visitan, desde distintos países.

Orígenes Cuenta el señor Manuel de Jesús Lara, con 96 años de edad, todavía en el quehacer de la cestería, hombre delgado, simple, de memoria lucida y manos hábiles, que todo lo que sabe de este oficio lo aprendió de su padre, “Carlos Lara Arias”, siendo apenas un niño, “cuando aquí en la comunidad todo era bosque y maleza, y las familias éramos apenas unas 10 a 15, repartidas una aquí y otra allá, y todas vivíamos de esta artesanía”, expresa con gran alegría.

“Mi padre fue el fundador de este oficio en la comunidad”, cuenta con orgullo don Manuel, quien recuerda que lo que hacían lo llevaban en mulos a San Cristóbal, donde había un mercado común, y allí venían las barcazas a orillas del río, y recogían sus macutos, árganas y escobas, junto a otras mercancías que luego vendían en la capital.

Nuevas generaciones Tres figuras fundamentales de la familia continuaron con el oficio, luego de la muerte de Carlos Arias, su hijo Manuel de Jesús y su esposa Providencia Lara, de 86 años de edad, y su hermana Rafaela Martínez, que ya cumplió los 80.

Empero, esta familia se resiste a que este arte desaparezca, por lo que ahora, Santa Lara, hija de Don Manuel de Jesús, que ha heredado las habilidades de sus padres, lidera un taller que integran 17 mujeres, con el auspicio de la Fundación Farach, donde se enseña y aprende este legendario arte. La cestería, a partir del guano y la cana, que ha sido heredada en su práctica cotidiana por casi toda la comunidad, la realizan desde sus orígenes hombres, mujeres y niños, destaca con mucho orgullo, Santa Lara, y afirma “estamos trabajando para que la misma no desparezca jamás de nuestra cultura y nuestra identidad”.

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