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ENFOQUE

RD y Haití: en el “border line” de la seguridad nacional

Mientras en el pasado los objetivos tradicionales eran el prevenir o repeler las amenazas militares entre estados, hoy en día, las nuevas amenazas a la seguridad nacional son más complejas y difusas.

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Rafael Guillermo Guzmán FermínSanto Domingo

“No se puede estar más cerca del corazón de la soberanía nacional que los servicios de inteligencia y seguridad nacional” *Gijs de Vries -

La seguridad es un pilar fundamental en el desarrollo y prosperidad de toda sociedad libre, y que aspira a un futuro promisorio. Debido a esto, es indispensable su compresión, para asumir la seguridad como el elemento esencial del bienestar y calidad de vida de los ciudadanos, así como de la estabilidad democrática del propio Estado.

Más cuando a las amenazas y riesgos tradicionales se les agregan otros elementos de factura y producción transnacional, que por su grado de interconexión con el crimen organizado potencian su peligrosidad, desbrozando la trocha hacia otros estadios abiertos que facilitan su expansión, causando un devastador impacto en el cuerpo social de la nación.

La República Dominicana y Haití, por sus posiciones geográficas privilegiadas ubicadas en el centro de las Américas y en la valiosa ruta a Norteamérica y Europa, constituyen al mismo tiempo un foco de complejidad estratégica para la creciente industria del crimen de dimensión transnacional, que puede afectar la estabilidad, la paz y la seguridad internacional, por lo que se hace cada vez más necesario que el Estado tenga definida de antemano una verdadera estrategia de seguridad nacional.

En este contexto, el ámbito de la “seguridad nacional”, no se trata únicamente lo relativo a la estabilidad y tranquilidad de un país, sino que trasciende al marco de la predictibilidad, elementos que, en su conjunto, son necesarios para garantizar el clima de desarrollo nacional.

Mientras en el pasado los objetivos tradicionales eran el prevenir o repeler las amenazas militares entre estados, hoy en día, las nuevas amenazas a la seguridad nacional son más complejas y difusas.

A partir del 11 de septiembre del 2001, el ataque terrorista a los Estados Unidos de América, proyectó el surgimiento de nuevos desafíos transnacionales, capaces de socavar la seguridad colectiva del cualquier Estado.

En este escenario, la “Seguridad Transnacional”, como lo indica su nombre, consiste en acciones no militares que cruzan las fronteras, que amenazan la integridad político-social de un Estado o aquellas que obran en contra de la salud de los habitantes de una nación.

Estos desafíos transnacionales que atentan contra la seguridad humana, los gobiernos, y por ende los Estados, se clasifican en cinco categorías, que son: crimen transnacional, terrorismo, pandemias, degradación ambiental y la migración ilegal.

Como hoy en día, el mundo se ve estrujado por un fenómeno social que se produce a escala global como son las migraciones masivas e ilegales por demás, y es precisamente, en este último contexto, que toma relevancia el tema de la migración descontrolada y las presiones exógenas para entorpecer la aplicación del Plan de Regularización de Extranjeros que, con prudencia, ejecuta el gobierno dominicano.

En este orden, debido a que nuestra frontera terrestre sufre de “osteoporosis severa”, o sea, una porosidad en la arquitectura fronteriza que ocasiona un peligroso debilitamiento de sus linderos y, por lo tanto, existen “fracturas” por donde constantemente se produce un trasiego permanente de indocumentados ilegales, y con ellos, movimientos de narcotráfico y tráfico de armas, entre otras posibles amenazas, y lo que es peor aún, la posibilidad de presentar una vulnerabilidad potencial para la incursión del terrorismo internacional, que podría hacer “metástasis” en toda la región del Caribe, y que, siendo nosotros, la “tercera frontera” de los Estados Unidos de Norteamérica, pudiera también comprometer la misma seguridad nacional de nuestro principal socio comercial y estratégico.

Si a todo esto, le agregamos que debido a la misma permeabilidad limítrofe, corremos siempre el riesgo de no tener una óptima seguridad sanitaria, de una seguridad fitosanitaria, de una seguridad medioambiental, y en ésta, la depredación de nuestros bosques para el contrabando de carbón vegetal, podríamos inferir fácilmente, que realmente nos encontramos en el “border line” de una potencial gran amenaza a la seguridad nacional.

Con esta preocupación en mente, me permito invitar a los tomadores de decisiones al más alto nivel de la nación, a trazar las pautas para fortalecer el pensamiento y capacidad de planificación estratégica entorno al amplio panorama de la seguridad presente para que, de este modo, las autoridades responsables de éstas tareas estén mejor preparadas para enfrentar las posibles amenazas y riesgos futuros, diseñando un plan integral con visión multidimensional de seguridad nacional.

En este tenor, bastaría con dar el seguimiento de lugar a lo que establece la Constitución de República, en su artículo 258, en relación al Consejo de Seguridad y Defensa Nacional, como un órgano consultivo que asesora al Presidente de la República en la formulación de políticas y estrategias en esta materia, que, aunque aún no se ha conformado, sugerimos la implementación de este valioso instrumento para la seguridad nacional.

Finalmente, entendemos que con el paso trascendente de la creación de este consejo asesor, tendrá el Primer Mandatario, la capacidad de disponer de un diseño conjunto de “Estrategia de Seguridad Nacional” basada en los cambios de escenarios entre las dos naciones soberanas que compartimos la isla, para la construcción del Sistema de Seguridad Nacional, dándole por igual, participación a la sociedad civil en los perímetros del interés social.

Pues una sociedad concientizada asumirá con mayor responsabilidad los temas de seguridad, y por tanto, estará en las más óptimas condiciones para enfrentar los cambiantes desafíos que se nos presentan en un mundo globalizado y de constantes cambios, logrando así, ganar en términos de desarrollo y prosperidad.

De esta manera, tendremos una “Política de Estado” en esta materia con alcance a largo plazo, superando, de este modo, los límites temporales y las agendas de los gobiernos de turno, permitiendo además al gobierno nacional proteger a sus ciudadanos y turistas, y defender al propio Estado, colocándose cada vez más cerca del corazón de nuestra sagrada soberanía nacional.

(*Ministro del Interior de Holanda y Coordinador de Política Antiterrorista de la Unión Europea) El autor es miembro del Círculo Delta.

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