Western puesta al día de un clásico

La de “Los siete magníficos” es una historia que nunca pasa de moda. Un verdadero clásico del cine del oeste que vale la pena volver a llevar a la pantalla.

El grupo de hombres de acción que se embarcan en la defensa de un pueblo oprimido por la fuerza de las armas de una banda de asesinos siempre cae bien en el público.

Esta versión que ha realizado Antoine Fuqua es democrática, acorde con los tiempos al ser integradora de individuos de distintas etnias, contrario a la original, de 1960 y que dirigió John Sturges.

Aquella, que a su vez era una adaptación de la laureada “Los siete samuráis”, que Akira Kurosawa había realizado en 1954, eran todos blancos (Bernardo el personaje de Charles Bronson era mitad indio, mitad irlandés).

Aunque es injusto comparar la presente con las anteriores, consideradas dos clásicos del cine, al momento de analizar este filme es un buen recurso.

En esta ocasión el reparto es encabezado por un afroamericano, Denzel Washington, actor fetiche de Fuqua; Chris Pratt y Ethan Hawke. Los demás son un mexicano (Manuel García-Rulfo), un indio comanche (Martin Sensmeier) y también hace un homenaje a Kurosawa al poner un japonés en el grupo (Byung-hun Lee).

Incluso la chica (interpretada por Haley Bennett) que en las versiones anteriores era un objeto víctima del machismo, aquí cobra protagonismo e igual relevancia que sus compañeros masculinos.

Contrario al pueblo agrícola mexicano que era asotado periódicamente por bandidos que robaban sus cosechas y lo que quisieran, en esta será un poblado minero al que un despiadado poderoso (interpretado por Peter Sarsgaard) quiere robar sus tierras.

Es aquí donde entran en acción “Los siete magníficos”, unos hombres que, como en las demás versiones, buscarán la redención, luego de llevar una vida violenta.

Fuqua ha respetado todas las reglas del western, sobre todo en eso del héroe desconocido que llegará para defender al oprimido en un pueblo en el que la ley del más rápido en el uso del revólver es lo que manda.

Con buena mano a la hora de dirigir secuencias de acción, Fuqua logra sobrecoger y emocionar en la escena de la batalla, con una puesta en escena verdaderamente impresionante.