CINE

“45 años”, otra formidable y muy diferente

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Diferente porque pasamos de ese duro y certero cine de denuncia de un chileno a la hermosa, sutil sofisticación de un tema íntimo que discurre, prácticamente, en apenas dos personas. Kate y Geoff Mercer constituyen una pareja de ancianos que viven en una casa, más bien una pequeña finca cercana a la costa en Norfolk, Inglaterra.

Se preparan para celebrar, junto a sus amigos, los 45 años de su feliz unión matrimonial, 45 años que, al escucharles hablar sobre su vida, apreciamos han sido felices.

Pero, se hace evidente, no hay felicidad completa.

En un instante, una vieja y descolorida foto irrumpe en aquel remanso de feliz tranquilidad, una foto de una chica relacionada con Georff y que fuera su amante tanto tiempo antes.

¿Qué tan importante puede ser un recuerdo que parecía olvidado como para que se interponga en la vida de una pareja que vive tranquila y serenamente sus últimos años?

Tendrá que ver este filme para descubrir lo que sucederá, pero, lo importante no es lo que tanto lo que habrá de suceder entre Kate y Georff, sino que, si a usted, que lee estas líneas, le gusta el cine, el Séptimo Arte y no la basura enlatada (aunque ya no nos llegue en latas), podrá apreciar, por una parte, la sugestiva y formidable labor de ese señor director que es Andrew High, cuya cámara sabe escrutar en los más ínfimos resortes y resquicios de los rostros de los dos protagonistas para hacernos sentir, minuto a minuto, lo que ellos están viviendo, sintiendo, experimentando. Y, por supuesto, las increíbles caracterizaciones de esas dos grandes figuras del cine en decenios: Charlotte Rampling y Tom Courtenay, que se mueven dentro de ese su hogar surcando un mar de suspicacias y ligeros temores.

Háganse un favor: Vean “45 años”, es toda una pequeña joya del cine.

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