CINE

“Steve Jobs”: simplemente formidable

La dirección de Danny Boyle es un prodigio de movimiento, elegancia y dinamismo, sus tomas del personaje nos hacen entenderlo, aunque Michael Fassbender es todo un coloso como Jobs.

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

En efecto, lo saben: es mucho lo que se ha escrito y llevado al cine sobre este genio del mundo de las computadoras. “Steve Jobs: The Man and The Machine”, es un documental de Alex Gibney de 2015, pero no lo hemos visto. Sí vimos la inocua cinta de Joshua Michael Stern, protagonizada por el aún más inocuo, Ashton Kutcher, “Jobs”, de 2013 pero, como ya apuntamos, es muy, muy floja.

Pero las cosas cambian y siempre hay algo mejor, en este caso, mucho, mucho mejor: “Steve Jobs”.

Desde el mismo instante en que, antes de comenzar la historia en sí de Jobs se nos presenta al gran escritor Arthur Clark (2001: A Space Odyssey), la obra literaria de la cual derivó la tremenda película de Stanley Kubrick, y vemos como este señor, todo un visionario, predice tantos años antes lo que ahora estamos viviendo: la gente en su casa conectada con todos los servicios y unos con otros en el mundo entero, nos damos cuenta de que no estamos ante una sencillez cinematográfica.

Y eso se va confirmando poco a poco cuando vamos descubriendo otros detalles: el guion es del formidable Aaron Sorkin, tomado del libro de Walter Isaacson y los intérpretes, un cuadro de primerísima categoría: Michael Fassbender, Kate Winslet. Seth Rogen, Jeff Daniels, Michael StuhlbergÖ o sea, talento para regalar y que todavía sobre.

Entonces no nos sorprende nada la seriedad del enfoque sobre tan famoso y admirado y aún reverenciado en vida, personaje. Sorkin no se anda con tapujos: su Steve Jobs no es un ser de postalita, no es un gruñoncito supericial, no es “alma de dios”. Muy por el contrario, desde los mismos albores del relato nos tropezamos, algo sorprendidos, con un ser vanidoso, orgulloso y egoísta que se goza con organizar esos formidables espectáculos de presentación de sus computadoras en las cuales se hacía única y exclusivamente lo que él deseaba y donde era, simple y sencillamente, el único héroe, total creador, muy a pesar de que, como le expresara en su momento Steve Wozniak, Jobs no era ni siquiera ingeniero, no había creado ninguno de los aspectos fundamentales de las máquinas Mcintosh, e incluso sus predicciones sobre ventas extraordinarias fueron un fiasco total.

Además, su relación con sus compañeros de trabajo era difícil porque para él no eran amigos, sino gente que hacía lo que él les ordenara, y con la madre de su hija era peor: negaba tozudamente ser el padre de Lisa y apenas consintió en darle dinero a la madre para sostenerse. O sea, un tipo realmente detestable que apenas si frenó un tanto su intenso egoísmo muchos años después, 19, para ser exactos.

La dirección de Danny Boyle es un prodigio de movimiento, de elegancia y dinamismo, sus rápidos y a ratos muy breves “flashbacks” son el alma de la historia; sus tomas de Jobs nos hacen comprender mejor el personaje; aunque Michael Fassbender es todo un coloso como Jobs, una de esas actuaciones que no se olvidan en años; Boyle refuerza la intensidad histriónica de su intérprete aún más, si eso es posible. Kate Winslet, como Joanna Hoffman, estupenda, Seth Rogen, un excelente Steve Wozniak, Jeff Daniel, como John Sculley, magistral. O sea, un elenco perfecto para una gran película.

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