CINE

‘En la cuerda floja’

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Aunque, como con el caso de Del Toro, hemos visto más de media docena de obras de Zemeckis mejors que la presente.

Sin embargo, no hay duda alguna sobre el detalle de que Zemeckis consigue acalambrarnos con su puesta en escena que reproduce, en la ficción, lo que hiciera en la vida real el volatinero francés Philippe Petit, un verdadero especialista en caminar y hacer travesuras sobre una cuerda floja: atravesar sobre un cable de acero los 45 metros que separaban las dos famosas Torres Gemelas en New York.

Lo cierto es que, si usted sufre de vértigo o si, por lo menos, no le agrada la cercanía de las grandes alturas, esta película le va a hacer pasar un par de horas tembloroso porque, sobre todo en su segunda parte, a partir de los preparativos para la tan peligrosa hazaña, la cámara de Dariusz Wolski nos pone a sufrir el vértigo del inminente peligro que corre Petit e, incluso, uno de sus colaboradores en la cima de la torre primero, sobre el cable después.

Buen trabajo entonces el relato de esa descabellada acción que, por supuesto, acometió el francés a escondidas porque nadie le iba a dar permiso para semejante locura.

Joseph Gordon Levitt, uno de los mejores actores jóvenes en Hollywood, hace el rol de Petit. Pero Petir es francés y, para obviar que Levitt no iba hablar en su idioma aunque lo aprendiera por aquello del acento, se valen de un subterfugio algo alambicado: el personaje habla siempre en inglés “para irse acostumbrando al idioma cuando fuera a New York”. Pero todo parece indicar que tenía esa idea desde antes de saber que las torres se estaban construyendo porque la hace desde el principio.

Por esa razón no nos parece tan buena su interpretación, y menos la breve de Ben Kingsley como el Papá Rudy, otro famoso especialista en la cuerda floja.

Bien, una película recomendable, pero no para todos, en especial para los del vértigo.

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