CINE
‘Misión: Imposible nación secreta’
Si vamos a comparaciones entre estas mismas, la presente, “Mission: Impossible-Rogue Nation”, es, muy probablemente, la más estrambótica en sus planteamientos.
Hace unas cuantas semanas, en el programa “Cineasta radio”, hablábamos sobre parodias en el cine, y un oyente intervino opinando que, para él, las películas de James Bond, todas ellas en términos generales, eran parodias.
Con delicadeza le especificamos que, buenas o malas, esas cintas no podían ser calificadas como parodias porque las historias que narran son, aunque exageradas todas en sus aventuras e incidentes, tomadas y presentadas muy en serio: por ejemplo, no puede ni soñarse que una escena en la cual a Bond le golpean por sus partes con un látigo terminado en bolas metálicas puede ser tomada con algo risible.
Si lo piensan un poco, todas estas películas que devienen de la popular serie de TV “Misión imposible”, creada originalmente por Bruce Geller, ofrecen el mismo estilo, la misma tesitura de las de Bond.
Sin embargo, se nos hace difícil recordar alguna de las más de 20 del 007 que haya ofrecido tantos detalles tremendamente inauditos como las de Ethan Hunt.
Y, si vamos a comparaciones entre estas mismas, la presente, “Mission: Impossible-Rogue Nation”, es, muy probablemente, la más estrambótica en sus planteamientos.
¿Por qué razón se exagera tanto? Pues la respuesta es relativamente sencilla: cuando usted hace una cinta de acción con un héroe en particular, a través del relato ese personaje acomete numerosas hazañas que le colocan siempre al borde del colapso, de la extenuación, de la misma muerte. Son acciones exageradas, muy distantes de las capacidades de un ser normal. Eso es empezando.
Pero cuando hace la segunda, imaginan que el público espectador que vio la inicial ahora espera más y mayores hazañas y, por supuesto, se las ofrecen.
Si aplican esa misma fórmula a la tercera, ya entonces podrán imaginar hasta dónde pueden llegar los guionistas para sobrepasarse a sí mismos.
Pues bien, recuerden entonces que la presente, “Rogue Nation”, es nada menos que la quinta versión de las aventuras y verdaderos prodigios de ese Ethan Hunt que interpreta Tom Cruise.
Por esa razón, no tendrán nuestro permiso para no tragarse conformes los prodigios físicos de este chico Hunt que, por cierto, cuenta ya 53 años: viajar en un “jet” durante varios minutos colgado de una puerta cerrada, ser blanco de docenas y docenas de disparos sin recibir ni una pequeña herida, nadar durante más de tres minutos bajo el agua, pelear con media docena de villanos entrenados para eso, para disparar y pelear, que para eso les pagan...
Pero nada de eso fuera más que pan comido de no ser por las situaciones que se plantean y que, por lo menos para nosotros, bordean tanto lo disparatado que no fuimos capaces de hacernos disfrutar el relato, pero esas tonterías argumentales tendrán que descubrirlas ustedes mismas porque ya bastante nos aburrimos descubriéndolas.
Sí, claro que Christopher McQuarry confiera movimiento, dinamismo a su historia, cierto, y que los intérpretes son “creíbles”, si tal cosa es imaginable, pero, a costa de qué, porque, por lo menos en lo que a nosotros respecta ya no tanto cómo críticos sino como simple espectador de una cinta de acción trepidante, no nos tragamos el bizcocho.