PRESENCIA DOMINICANA

Olmo en dominicana

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Tony Piña CamporaSanto Domingo

Cuando Luis Rodríguez Olmo vino a jugar en el país como refuerzo de los Tigres del Licey en 1952 era un personaje famoso y una importación de lujo para el béisbol dominicano de la época. Tenía 32 años y era el primer verano desde 1939 que no jugaba en los Estados Unidos, con la excepción del período entre 1946 y 1948 cuando fue suspendido por haber abandonado a su equipo de grandes ligas, los Dodgers de Brooklyn, aceptando la generosa oferta que le hicieron en México a él y otros estelares, provocándose un desafío que sacudió los cimientos del béisbol organizado.

Había logrado unos excelentes resultados en el invierno anterior en su natal Puerto Rico con los Criollos de Caguas, liga esta que poseía un elevado nivel de calidad, donde fue uno de los principales cañones disparando para .283 de promedio, acompañado de ocho jonrones y 55 remolcadas en 68 juegos.

Su presencia en tierra quisqueyana solidificó las simpatías que había engendrado en la fanaticada, con su elegante juego defensivo en el bosque izquierdo, su velocidad y la capacidad ofensiva, obteniendo en el torneo, el segundo que se efectuaba en el país luego de una sequía de catorce años, el título de porcentaje de bateo con un robusto .344. El formato del circuito limitaba sus juegos a los fines de semana y era el tubo de ensayo de lo que luego se convertiría en la entidad de mayor fortaleza de su género en el área del Caribe.

Su equipo estaba intentando retener la corona obtenida el año anterior y después de tener una primera etapa de magros resultados, lograron en la segunda clasificar y enfrentar a las Águilas Cibaeñas en la Serie Final. Las aspiraciones azules fueron frustradas en el evento culminante obteniendo el cetro el equipo cibaeño en un esplendoroso evento, siendo la primera vez que ese conjunto lograba algo semejante. Olmo participó en tres de los ocho juegos efectuados y su ausencia afectó las pretensiones del Licey.

RETORNO Al siguiente año retornó con los azules siendo parte de uno de los bloques más poderosos que se han formado en el béisbol dominicano, su núcleo ofensivo, del que era parte, lo apodó el narrador Félix Acosta Núñez como “Los Tanques” y lo completaban Alonso Perry y Bert Haas. Realmente ese año la contribución ofensiva de Olmo se redujo considerablemente, su OPS descendió de .866 en 1952 a .665, pero los Tigres no tuvieron problemas para clasificar en la primera etapa con marca de 20-7 y en la segunda acosaron todo el trayecto a las Águilas finalizando en la segunda posición con una diferencia de un juego. En total obtuvieron 36 triunfos frente a 18 derrotas durante la fase clasificatoria.

En la Serie Final recuperaron la corona al derrotar a los cibaeños en cuatro de los cinco juegos efectuados con Olmo defendiendo el bosque izquierdo, aunque con aparente escaso aporte, disparó cinco sencillos en 22 turnos, pero remolcó cuatro anotaciones, dos de ellas claves en el noveno episodio del cuarto partido efectuado en Santiago, para empatar las acciones a cuatro colocando la base para que Eufemio Marte como bateador emergente disparara el hit que puso adelante al Licey y culminaran con esa importante victoria.

Esa ocasión fue la última en que Luis Rodríguez Olmo brilló formando parte de un equipo campeón, en ese invierno en su tierra participó en solo siete partidos y aunque regresó a jugar en el país al siguiente verano, esta vez contratado por Águilas Cibaeñas, su participación estuvo limitada por el retiro prematuro del equipo que tuvo ese año unos de los peores resultados de su historia.

En total, en los tres certámenes que Luis Rodríguez Olmo participó en Dominicana tuvo .299/.349/.401/.750 de AVG/OBP/SLG/OPS, nueve cuadrangulares y 72 remolcadas en 143 juegos, colocando su nombre como parte notable de la etapa que construyó la plataforma sobre la que se desarrolló lo que hoy es el béisbol profesional dominicano.

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