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CON EL SUDOR DE SU FRENTE

Johnson: siempre soñó con ser un comerciante

Jesús Betances Abreu, mejor conocido como Johnson, desde muy pequeño quiso negociar. Empezó vendiendo pollitos y ahora es propietario de cuatro colmados y una ferretería.

Recomendación. El emprendedor manifiesta que crecer económicamente y prosperar en un negocio es una labor de constancia y esfuerzo, que hay que cultivarla con el tiempo.

Recomendación. El emprendedor manifiesta que crecer económicamente y prosperar en un negocio es una labor de constancia y esfuerzo, que hay que cultivarla con el tiempo.

Son muchas las dificultades, impedimentos, y hasta conflictos que se generan a la hora de emprender una empresa o un negocio, desde lo más básico, que puede ser el tipo de comercio que se va a iniciar, hasta los obstáculos que se podrían encontrar luego de instalado el negocio.

Jesús Betances Abreu, mejor conocido como Johnson, conocía muy bien todos estos desafíos, y ninguno de ellos le impidió echar a andar su sueño de convertirse en un comerciante. A sus 59 años ha logrado manejar siete colmados, en Los Mina y Sabana Perdida, y ha emprendido otros negocios como: puesto de botellas, fantasía, ferretería, motel, cafetería y quincallería.

Oriundo de Buena Vista, comunidad que pertenece a Jarabacoa, “donde siempre es primavera”, llegó a Santo Domingo en 1975, de visita a casa de una prima. Observó el panorama y vio que se podría empezar a negociar, por lo que decidió emigrar y residir en la capital.

Cuenta que desde niño siempre tuvo deseos de emprender negocios y generar ingresos con su propio esfuerzo. Entre los ocho y diez años, dedicaba su tiempo a criar pollitos, y desde entonces soñaba con ser negociante “porque en los negocios es que está el efectivo seguro”, dice Jonson con marcado convencimiento.

Relata que su padre cuidaba las vacas de un compadre y el pago que recibía era con los mismos animales. Dice que a los 16 años aproximadamente, le compró a su papá la mitad de una vaca, como forma de reproducir “los chelitos” que ya ganaba criando animales, los cuales guardaba con mucha responsabilidad pues su intención era tener un colmado.

A los 18 años, con los recursos generados con la venta de la vaca y asociado a un primo, logró poner su primer colmado, con una inversión de alrededor de RD$1,000 entre los dos, en octubre de 1976, y aunque había alcanzado su meta, no logró los resultados esperados, ya que su socio no tenía la madurez necesaria para dar sostenibilidad al proyecto, porque se enamoraba mucho y gastaba el dinero en las mujeres y esto llevó el negocio a la quiebra. Esta experiencia no hizo que Johnson desmayara en su deseo de tener un colmado.

“La primera opción para el progreso es el propósito. Si tú instalas un negocio, lo primero que tú tienes que pensar es qué propósito tienes en base a ese negocio. La idea mía siempre era el colmado, pero al caer, no me rendí, seguí con el mismo afán”, refiere Jhonson.

De su frustrado proyecto, quedó con un capital de RD$300. Con esto, y la asesoría de un amigo, se puso a vender quinielas, duró tres años en esto logrando reunir RD$3,500, y a sus 21 años pudo iniciar su segunda opción de colmado, pero esta vez sin socio.

Primer colmado Fue en la calle 7, del sector Los Mina, próximo a Calzados Lama, donde Jhonson logró poner su primer negocio propio, “Colmado Johnson”, como se llamó. Este fue el que le dio rentabilidad y rendimiento económico a su vida. Johnson narra que a los siete meses su colmado “estaba repleto” por lo que tuvo que trasladarse del lugar donde estaba ubicado, por motivo de espacio. Se mudó a la calle Gabriela Morillo, esquina Juan Pablo Duarte, en el mismo sector, logrando agrandar el local que tenía alquilado por RD$75, colmado que aún conserva y lo maneja un encargado.

A partir de ahí, su vida económica fue mejorando, lo que le facilitó trasladar su familia completa de Jarabacoa a la capital. “Traer a mi familia me creó muchos beneficios, no sólo para mí, sino también para el negocio, porque si uno tiene su familia al lado, tiene apoyo en todos los aspectos”, afirma el veterano emprendedor.

Ya para el 1983, Jhonson tenía cinco colmados, distribuidos en varios sectores de Santo Domingo Este y Norte. Cada negocio lo atendía un encargado que él contrataba, a quienes les pagaba RD$75 cada mes. Años más tarde, logró tener dos colmados más.

“Todo lo que haces planificado te sale bien, el éxito mío vino porque yo todo lo planificaba, ahí es que está la clave”, resaltó Johnson.

Otros negocios Puesto de botellas, fantasía, ferretería, motel, cafetería, quincallería, entre otros comercios han sido los protagonistas principales de la historia financiera de Johnson Betances, “a mí siempre me ha gustado la variedad en los negocios, en mi mente siempre está la palabra negocio por todos lados”, argumentó.

Afirma que cuando empezó a negociar en los colmados, los créditos bancarios no existían, por lo que todo era más difícil y a pesar de las ideas que tenía, no estaba exento a las dificultades.

Según indica, para dirigir este tipo de negocio, es necesario tener una persona que haga las contabilidades mensuales, “siempre se usa un inventario mensual, que lo hace un contable. Desde que pasa de dos negocios y hay un encargado, obligatoriamente hay que poner uno”, dice.

Johnson cuenta que en los años Ochenta, el negocio de colmados, por cada local que tenía generaba, aproximadamente de RD$3,000 a RD$4,000 distribuido para dos personas, el propietario, y el encargado.

Relata que en la actualidad genera a diario alrededor de RD$3,000. “Dependiendo de la extensión del colmado, la diversidad de mercancías y el lugar donde se encuentre; si se trabaja bien puede llegar hasta RD$80,000 mensual”, manifiesta.

Gracias al esfuerzo y constancia de su labor, no sólo él ha sido beneficiado económicamente, sino toda su familia, “Todo ha partido de mis negocios, todo lo que he querido tener, lo he tenido en absoluto, gracias a Dios no me ha hecho falta nada”, expresa.

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