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EMPRESAS

Acertada decisión del Presidente

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Manuel García ArévaloSanto Domingo

La desaparición de la dictadura de Trujillo, en 1961, no representó de inmediato un paso a la libertad de empresa, dado que el intervencionismo estatal se mantuvo en casi todas las esferas productivas del país.

Esto así porque el conjunto de empresas establecidas por el dictador y sus allegados, bajo un modelo monopólico de sustitución de importaciones, de carácter personal y patrimonialista, en vez de traspasarse gradualmente al sector privado mediante un adecuado programa de privatización a valor de mercado, pasó a propiedad del Estado bajo el demagógico y populista lema de “las empresas del pueblo’’. Convirtiéndose en un botín clientelar a merced de los intereses de los políticos de turno y, por consiguiente, en una merma para los ingresos fiscales.

Sería 35 años después, con la llegada al poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), durante el primer gobierno del presidente Leonel Fernández, que se daría inicio, en 1996, a la privatización de las empresas pertenecientes a la Corporación de Empresas Estatales (CORDE), cuando ya muchas de éstas habían desaparecido o estaban en situación de obsolescencia tecnológica. Porque, como ya sabemos, cuando el Estado administra medios de producción, suele hacerlo mal y caro, en cualquier parte del mundo.

El hecho de que las empresas de CORDE operaran en condiciones de monopolios, amparadas en privilegiados contratos de exclusividad, evitó el desarrollo competitivo, sano y vigoroso de muchos sectores industriales. Este fue el caso de los envases de vidrio, que se convirtieron en un verdadero “cuello de botella”. Así, los usuarios industriales que necesitaban importar botellas de ron, cervezas o refrescos -aún cuando las mismas no se produjeran localmente en cantidades suficientes- tenían que “ingeniárselas” para obtener un permiso de la estatal Fábrica Nacional de Vidrio (Favidrio), de San Cristóbal, que operaba por ley como el único importador autorizado de ese tipo de envases en el país.

Como era de esperarse, con el paso de los años, las empresas en manos de CORDE han ido languideciendo, reduciéndose a su mínima expresión, como fuentes de producción y de empleos. De ahí que felicitamos al presidente Danilo Medina por su oportuna y responsable decisión de disolver a CORDE, ya que sin duda alguna se había constituido en un lastre para la economía nacional, al no reportar mayores beneficios materiales y sociales al pueblo dominicano.

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