última página
El Google de la felicidad
Hoy en día usamos el Google como buscador predeterminado en Internet. “Googlearlo” todo se ha vuelto una costumbre. Después del Google, la felicidad nunca estuvo tan cerca, rápida y segura.
Hoy es uno de esos días en los que simplemente despiertas y chequeas en tu Facebook quiénes han comentado tu último “post” de la noche anterior. Hoy es uno de esos días en los que te das cuenta que no es tan temprano y que tu taza de café, que ya no lleva el adjetivo caliente, se agotó mientras leías el comentario de tu amiga al fulano aquel que hace mucho no ves. Hoy es un día normal en tu estratósfera virtual conocida como red social, ese pequeño gran mundo en el que, a veces, sólo a veces, lo encuentras todo. Entonces te dejas llevar por tus pensamientos y desarrollas esa especie de indecisión en la que meditas en la enajenación social, la existencia del triángulo de las Bermudas o en la muerte de Marilyn Monroe, y regresas como en una máquina del tiempo a este otro punto geográfico del mundo, tu espacio, donde te acompaña la soledad y son los alicientes: tu taza de cafeína y glucosa, y la idea de irte a cualquier otro lugar que consideres retirado de tu monitor. Entonces te miras en tu espejo, gris por el paso de los años, y una voz misteriosa te susurra algo sobre la rutina y su contraparte. Te sientes asustada, pero no sales del cuarto, sólo das media vuelta y otra vez abres una nueva pestaña en tu Google Chrome que recién personalizaste, y tecleas algo que todo el mundo busca y que nunca antes se había encontrado de tantas formas y versiones y que resume lo que todos quieren: “felicidad” y la encuentras íntegra, fácil, segura y gratuitamente. Ahora el Google te muestra qué es la felicidad y cómo alcanzarla o, simplemente, aparentarla. Es tu respuesta a la más grande interrogante de todos los tiempos. Y mientras lees, te cuestionas diciéndote: “¿Soy realmente feliz?”. Porque el Google te dice que la felicidad es una mariposa, un conjunto de globos multicolores esparcidos en la nada o un grupo de monjes tibetanos dando saltos frente al océano. Felicidad es cuando tienes patas de gallo en los ojos o tus pómulos se suben al reír. Felicidad es una imagen creada, puede ser o no ser, un producto imaginario inalcanzable o alcanzable… no sabemos. Todo lo que encontramos en estas plataformas tecnológicas de las que muchas veces dependemos, nos alejan de una realidad que crece concomitantemente con nosotros, y no nos permite ver que la felicidad es una continua búsqueda personal de la plenitud que subyace en nuestro interior y que irradiamos como una luz desde nuestra alma. La felicidad está ahí donde no podemos verla, donde un haz aparentemente diminuto nos permite seguir en el camino, conquistar nuevos horizontes y ampliar nuestra perspectiva de la vida que nos toca. No está a dos esquinas, es disciplinada. No está oculta, se expresa de muchas formas. No se persigue, viene por sí sola. La felicidad no es estancarse, es autorrealizarse. La felicidad no es para uno mismo, es para compartirla con los demás. La felicidad más que un estado mental es un bienestar. Dale un “click” a la felicidad en el Google de tu corazón, y desde ahí encenderás tu vida plenamente. Recuerda que el hombre más feliz sobre la faz de la tierra no es un monje tibetano como dicen las noticias, desde hoy, sin dudas, el hombre más feliz del mundo eres tú.

