AGUAS FRESCAS

Mi mejor decisión

Cada vez son más los hijos huérfanos de padres vivos, pero hagamos lo posible por detener nuestra ausencia en el hogar; trabajemos para que los hijos vean en nosotros una solución y no un problema, y oremos para que en nuestra nación cada hogar sea lleno de la presencia de Dios

En el mes de noviembre se enfatiza mucho la familia y la lucha en contra de la violencia de género. Curiosamente, este año recibimos a noviembre de la manera más hostil, pues un índice elevado de mujeres ha muerto de modo violento a manos de sus parejas. Esto golpea directamente a la familia. Tenía la duda de cuál de los dos aspectos abordar en la entrega de este mes, pero me llegó una historia tan real que prefiero hablar de las prioridades en la familia. Ruego a Dios que nos ayude a reflexionar al respecto. En la secundaria no sabía qué estudiaría, pero algo tenía claro: quería ser una buena esposa y una buena madre. Ver a mis padres celebrar sus bodas de plata me inspiró, y me pareció que parejas felices procreaban y educaban hijos felices. Transcurrió el tiempo, logré mi título de medicina, me casé y tuve dos hijos. De momento las cosas iban bien: me volví la mujer maravilla, tenía todo en orden, me resultaba divertido ponerme marcas cada vez más exigentes... hasta que inicié la especialidad. No contaba con que, además de los servicios obligatorios, estaba a merced de un superior que decidía cuándo me multaba con más horas en el hospital, y se descompuso todo. No tenía tiempo. No tenía vida. Sólo cansancio. Un domingo cualquiera noté con asombro que mi hija de 5 meses tenía dientes. Eché un grito para celebrarlo y me dijeron que hacía semanas que eso había ocurrido. Mi esposo dijo en tono irónico que eso no era lo único que ignoraba: comentó que en la última reunión del colegio reconocieron a mi hijo por estar en el cuadro de honor el año escolar completo. No estuve ahí… No me enteré. Ese día descubrí muchas cosas y lloré. Por supuesto que lloré. Mi castillo se estaba quebrando, mi palacio se estaba dividiendo. Mi esposo tenía razón. ¿Cuáles cosas ignoraba aún? Al parecer mi proyecto de vida se desvanecía, lo que siempre deseé no lo había logrado, no era ni buena madre ni buena esposa; pero no podía hacer más: era abandonar mi carrera o cerrar los ojos ante mi realidad, y decidí terminar. “Después de todo sólo me faltan dos años, eso se pasa volando…”, me dije. Y concluí mi especialidad. ¡Cuántas felicitaciones! Obtuve la más alta calificación del hospital. Mi familia estuvo allí… Sonreí feliz. “Sufrieron un poco”, me dije satisfecha, “pero ya pasó. Ahora, a disfrutar a mi esposo y a mis hijos; tengo tiempo.” Pero la familia es asunto de todos, no de lo que yo piense o conciba; talvez por eso me sorprendí duramente cuando esa noche, después de la fiesta, mi esposo me abordó. Me dijo con amabilidad, sin enojo pero con rostro serio, que por respeto a mis exámenes no me dijo nada, mas ya tenía sus cosas dispuestas porque se marchaba de la casa. Sinceramente, creí por el momento que se trataba de una broma, pero no, era en serio; se marchaba…Le expliqué que todo esto lo hacía por él y mis hijos, pero ya era tarde. Me dijo que lo que más le atrajo de mí era que teníamos la misma visión con respecto a la familia, pero que yo no era la mujer con la que se había casado. ¡Qué dolor tan grande! ¡Qué frustración! “¿Qué haré ahora?” le dije sin poder contener el llanto. Luego de horas de conversación me dijo: “No eres la mujer con quien me casé pero sigues siendo la mujer que amo”. Agradezco a Dios que nos dio su ayuda y resolvimos el conflicto. Gracias a la iglesia, a la familia y amigos cercanos; a las sesiones de consejería que nos ayudaron a perdonar y a hacer ajustes sinceros en nuestras agendas. Todo esto facilitó el reinicio. No rechazo la superación, pero mi experiencia la comparto con los padres, porque en ocasiones sacrificamos lo importante por lo urgente y perdemos lo que más amamos. Hoy tengo familia, un nuevo bebé y una historia qué contar. Algunos dicen que soy tonta, porque he rechazado ofertas de trabajo fabulosas, pero mi esposo y yo tomamos la decisión de priorizar las cosas. Ambos trabajamos, pero en el orden correcto, y eso nos ha dado buen resultado: nuestros hijos crecieron, son jóvenes que aman a Dios, estudian, disfrutan la vida… Tienen menos bienes materiales que otros, pues nos ha llevado más tiempo que a otros darles algunas cosas y sé que faltan detalles en sus vidas; pero les aseguro que tienen en su justa medida a su papá y a su mamá, y con nosotros y Dios es suficiente para salir adelante, logrando cada cosa en su tiempo. Sé que muchas historias no tienen un final feliz como el nuestro, que cada vez son más los hijos huérfanos de padres vivos, pero hagamos lo posible por detener la ausencia en el hogar; trabajemos para que vean en nosotros la solución y no el problema, y oremos para que en nuestra nación cada hogar sea lleno de la presencia de Dios. Dios nos ayude a tener motivos para celebrar este mes y mostrar a todos que nuestra familia es una bendición del cielo. Dios te bendiga. franciatejera@aguasfrescas.org

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