Persecución religiosa
Persecución religiosaSeñor Director:Dos misioneros quedaron aprisionados en Birminghan, Inglaterra, por difundir fascículos con antífonas bíblicas. Un uniformado, miembro de la comunidad islámica, les amonestó diciéndoles que no podían sermonear el contenido de la Biblia en “zona musulmana” pues el empeño en cristianizar a los musulmanes es un “crimen odioso”. El policía les aclaró: “Quedáis advertidos. Si volvéis y sois linchados, no podréis decir que no se os ha advertido”.El episodio aparece en medio de un abrupto debate sobre la intransigencia hacia los no musulmanes que tiene lugar en las barriadas de mayoría musulmana de las urbes anglosajonas. Los misioneros Arthur Cunningham y Joseph Abraham, de procedencia norteamericana, han exigido una aclaración por parte de los gendarmes de West Midlands. Aseveran que el tratamiento recibido es opuesto a la Declaración de los Derechos Humanos que reconoce la libertad religiosa. Si no reciben una disculpa dirigirán su querella ante el Tribunal Supremo ya que “es indignante que en un país libre un agente de la autoridad pueda decir que predicar el evangelio es un crimen”.¿Cómo es posible que en un Estado democrático, en el que los derechos de libre manifestación de ideas y de la religión, un agente musulmán se oponga a la propagación del cristianismo? “Sabemos que el cristianismo en su peregrinar terreno ha sufrido y continuará sufriendo oposiciones y persecuciones. La esperanza que lo sostiene es, sin embargo, inquebrantable, como indestructible es la alegría que nace de esta esperanza. En efecto la roca firme y perenne está basada en Jesucristo”, afirmó Juan Pablo II.CLEMENTE FERRER ROSELLÓ/ MADRID
