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El mundo de los niños
Quizás sea una de las cosas más irónicas que aquellos que crían a los niños son justamente los mismos que se han olvidado de cómo serlo. Y no es su culpa, es normal.
Sin embargo, esta distancia que a veces parece imposible de acortar no les permite comprender las condiciones y desilusión que en muchas ocasiones sufren los infantes.
El mundo en el que creen vivir es tan distinto al mundo que existe de verdad. Asimismo es tan opuesto el mundo que necesitan al mundo que les ha tocado.
El mundo de los niños no existe, por eso ellos se lo inventan entre juegos e imaginación. Crecen creando formas de escapar al terror de lo real, pensando maneras de fabricar justo lo que necesitan. Pero no tienen capacidad física o intelectual para transformar los cimientos del mundo. Esa responsabilidad les toca a los adultos. Y los adultos solo construyen para ellos mismos.
Para muchos es extremadamente complicado comprender que los niños, al igual que los adultos, son personas también, con sus propias opiniones, gustos, personalidad y visión del mundo. En constante cambio, en constante crecimiento, pero personas al fin y al cabo. ¿No merecen, como mínimo, la oportunidad de desarrollarse en lo que ellos desean ser, sin tener que enfrentarse a la imposición de aquellos que solo los ven como una masa que moldear?
La sociedad en la que viven los niños no está hecha para ellos, no se adapta a ellos. Al contrario, hace que ellos se adapten a ella, hace que tengan que crecer antes de que puedan comprender de verdad lo que les depara el mundo.
Un mundo que demanda tanto de ellos, de sus voces, de su tiempo, de sus cuerpos.
Un mundo que los quiebra con su contaminación, con su ignorancia, con sus guerras.
Vivienda, alimentación, protección, cuidado, libertad. Cosas que intrínsecamente se merecen los niños, pero que a muchos les son arrebatadas. La crueldad no perdona su inocencia, sino que se alimenta de ella.
Quizás lo más doloroso sea que tantas veces aquellos que deberían ser su principal apoyo se conviertan en su principal tormento.
Niños rotos crecen en adultos rotos. Adultos rotos crean niños rotos. El ciclo se repite.

