Rapsodia por Ana

Todos deberían tener una Ana en su vida. Con esta frase celebro la vida de mi esposa en su aniversario. En la Ilíada me llamó la atención cómo el amor de Menelao por Helena, secuestrada por París, desencadena una disputa entre dos pueblos: los aqueos y la ciudad de Troya. El amor es uno de los sentimientos que tira con mayor fuerza de la voluntad de las mujeres y los hombres.

El concepto de rapsodia y el matrimonio se parecen un poco. Homero utiliza la palabra para describir los cantos de la Ilíada, que son secciones temáticas unidas en una narración épica. De manera similar, cada momento de mi vida junto a Ana ha sido una parte esencial de nuestra propia historia. Nos conocimos en actividades de la Iglesia, fuimos novios en medio de una pandemia y nos casamos viviendo una de las peores crisis económicas de nuestro país. Migramos a Santo Domingo, con una maleta y teniéndonos el uno al otro como el capital más preciado. Hemos discutido en ocasiones, pero nos amamos con más fuerza.

Creo que una de las vocaciones que más admiro es la del matrimonio. Para mi esposa, su felicidad pasaba por esa decisión. Ella es una persona valiente, aunque su salud a veces sea frágil. Tiene un espíritu de siempreviva, como la planta resistente que lleva ese nombre en los campos. Es capaz de dar la vida en nuestra Ilíada cotidiana por mí.

Una vez me dijo que le molestaban los comentarios negativos que en ocasiones la gente ponía en mi muro de Facebook. Con el tiempo voy asumiento que es parte del oficio de comunicar de forma pública el saber que otros pueden opinar contrario a mis ideas y también que hay personas cuya "misión" es ser haters de otros muros para vivir sus propias Ilíadas. La frase de mi esposa me gustó, pues me dijo: "me molesta que te critiquen porque yo te quiero mucho". Ese "te quiero" le salió espontáneo y con una fuerza tremenda del corazón. Son esas palabras las que marcan los momentos de felicidad en nuestras vidas.

Ana tiene en sus ojos el verde más lindo del planeta. Puede amar como un huracán y pausar el desánimo del día a día con su cariño. Celebrar su vida es comprender que puedo caminar descalzo sobre mis dudas y seguir apostando por nuestra promesa de estar juntos para enfrentar a todos los lestrigones que deseen impedir nuestro viaje matrimonial. Ya lo dijo un santo jesuita, si nos enamoramos y permanecemos en el amor, eso lo decidirá todo en nuestras vidas.

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