Aventuras en Macetours rosado

Aventuras en Macetours rosado
Nadie duda lo muy caliente que se pone la temperatura en los meses de agosto y septiembre, es como se dice en todas partes de la capital: un real infierno. Ahora bien, si a usted es director de una oficina pública y le toca andar vestido en mangas largas, con saco encima, corbata apretada y quepis bajo el solazo del día, no hay nada más que hacer por su bienestar que desear que llueva.
Cuando llueve y sigue el mismito calor como si nada hubiera pasado, ya no hay nada que hacer por su supervivencia más que desear que pronto llegue navidad, que baje al menos un chin la temperatura o todo lo necesario, para que usted pueda seguir en sus asuntos. Es una de las razones por las que la navidad es tan celebrada en este país: los calores de agosto y septiembre cesan.
Ahora, en esos calores se encontraba el Director de Peajes de Santo Domingo, el Licenciado Heriberto Eulalio Arístides Camaján, justo en el primer peaje de Las Américas en una rutina de inspección, que como él mismo decía: -Me tocó y no le puedo salir huyendo, porque éso da mucho más calor todavía.
Era un tipo alto y delgado, indio, de casi 40 años, de enormes lentes tipo “cascos de botellas”, con su bigotico y además con varias rayas militares en el hombro y con el quepis apretado, porque digámoslo de una vez: Tenía la cabeza grandísima, de ahí salía su apodo: El cacón con quepis.
En ese momento, el cacón con quepis estaba inspeccionando personalmente a los operarios del primer peaje de las Américas y cuando dio orden de pasar al próximo vehículo, el operario de turno le dijo: -Jefe échese p’acá, que esa guagua rosada es grande.
El cacón con kepis dió un salto y gritó muy alto:
-Pero esa es Aleatoria.
Dio órdenes inmediatas para detener cualquier otra actividad en el peaje para dejar pasar sin pagar a la guagua rosada. Luego hizo que le abrieran espacio para estacionarse en el paseo de la carretera.
No hace falta narrar el enorme abrazo de ambos ni la agradable sorpresa que fue para La maceta Rodrigues tener tal encuentro. Todos se bajaron y tras presentarse muy simpáticos y hasta educados, explicaron la necesidad de seguir, pues el viaje a penas había comenzado y el destino era Bávaro. El cacón con kepis dijo: -No me digan más nada!
Luego siguieron el viaje escoltados por cuatro franqueadores, que como dijo el cacón con quepis: -Es lo menos que puedo hacer por Aleatoria.