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Las aventuras del doctor Alquitrán

Entrar al Quisqueya y encontrar sus asientos, no fue nada sencillo, pues el estadio estaba repleto, pero aún con todos sus achaques, Vandalis tenía un hermanastro que había sido umpire de tercera base, que ahora era parqueadero de carros y desde su llegada los asistió.

Mientras se acomodaban en sus asientos entre una multitud de fanáticos de los eternos rivales Licey y Escogido, el Doctor Alquitrán comentó: -Vandalis, te dije que mantuviéramos la neutralidad para no llamar la atención, por eso insistí en vestirnos de blanco.

Hiciste muy bien al entrar en quitarte las gafas azules.

Fueron asistidos hasta sus asientos que correspondían a la sección bajo malla, por el hermanastro de Vandalis,

Doctor Alquitrán: -Aquí se ve todo muy bien y es seguro.

Estaban aún parados frente a sus asientos, cuando un vendedor de refrescos de los que caminan por los asientos, que iba pasando junto a ellos estalló en carcajadas mientras gritaba casi ahogándose:

Vendedor: -Aayayay, ja ja ja ja ja, ayayay, ayayay ja ja ja ja ja, la verdad que aquí en el play se ve de todo, jajajajajaja la momia y un maniquí de la calle el conde. A sus órdenes ¿Qué quieren esas dos figuras? Digan ahora, que el juego va comenzar ya casi y tanto la momia como Mister maniquí, jajajaja, son de los míos.

Doctor Alquitran: -Ron con jugo de naranja sin azúcar ni un chin más de risa, por favor.

Vendedor: El ron pone el azúcar. Lo demás se acabó para siempre ¿Y para usted?

Vandalis: -Una frescosa.

Vendedor: -Ah, pero la momia es de los míos.

En ese momento sonaron las primeras notas del Himno Nacional y todo el estadio se puso de pie. Un doctor Alquitrán con los ojos muy abiertos y viendo tanto la multitud de la que formaba parte como el verde terreno donde los jugadores se quitaban las gorras para escuchar el himno nacional, se puso de pie junto a un Vandalis silencioso e inmóvil.

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