Santo Domingo 28°C/28°C few clouds

Suscribete

Las aventuras del doctor Alquitrán

Eran casi las doce del medio día y el doctor Alquitrán sentado en su escritorio, sin palabras, sólo asentía moviendo la cabeza a los reclamos cada vez más largos y chillones de Madmoiselle Lanui.

Madmoiselle Lanui: -Yo pensaba que ya era hora de conocer su sapiencia, pero como ya le he dicho setenta veces por teléfono y ahora en persona, es la segunda vez que me cita usted en vano y no sé, pero aún no veo ni un solo sapo, ni un sapito, si me entiende usted, ninguna sapiencia, nada.

Justo en ese momento, frente al Bunker del doctor Alquitrán pasó corriendo un tropel de personas, que por el ruido que hacían sería más adecuado llamar jolgorioo chercha. La chercha iba corriendo, casi bailando, tras un vendedor ambulante que gritaba: -Me voy con las lenguas, las lenguas, las lenguas, me voy con las lenguitas, lenguitas de le-che-che-che-che, me vooooooooooooy.

Un doctor Alquitrán medio molesto, portando la media sonrisa de satisfacción de quien reconoce algo, junto a una estupefacta e indignada Madmoiselle Lanui, vio correr aquel tropel cherchoso mientras comentaba: -Es cierto lo que ya le había dicho Madmoiselle Lanui, nos enfrentamos a algo muy grande. Sólo nuestra prudencia nos guiará.

Justo en ese instante, llegaba a la oficina Vandalis, dando tumbos, con cara de yo no fui, extremadamente risueño, torpe y hediondo a ron.

De pronto, mientras se acercaba, ante la cara de sorpresa del doctor Alquitrán y la evidente indignación de Madmoiselle Lanui, Vandalis se detuvo, levantando una mano como quien pide la palabra y sin esperar dijo, mientras se desplomaba: -¡Al menos sabemos que son liceystas!

Tags relacionados