Un libro de Ángel Haché
Elsa Núñez sabe rendir tributo a quien lo merece. Y mucho más a su compañero de vida, de arte, de siempre. Acaba de publicar un libro con los poemas que dejó escritos Ángel Haché, ilustrados por él mismo y con prólogo de Marianne de Tolentino.
La autora deja que el verso, el arte y el amor entrañable de su esposo aparezca en esas páginas inolvidables que presentan a un artista multifacético, una figura entrañable de la cultura dominicana que se involucró creativamente en todas las ramas del saber, aunque fue el cine donde más sobresalió, tanto como director, productor, guionista, adaptador, crítico, dibujante y maestro de generaciones.
La literatura, las artes visuales, la radio, la música y la dramaturgia fueron también ramas donde Haché dejó su impronta. Muchos lo recuerdan su faceta de director de la Escuela Nacional de Arte Dramático y la Compañía Nacional de Teatro, con aportes sustanciales y lecciones imborrables.
Con la esperanza del reencuentro con su faceta literaria, Elsa Níñez ha preparado este libro con algo más que amor.
Hacerlo nuestro es un deber no solo con el artista, sino con la entrañable humanidad de Ángel Hache, cuya existencia fue un regalo de dominicanidad y buen gusto para las nuevas generaciones.
Poemas de Ángel Haché
El amor (para ti)
Haremos de nuestro amor un altar
Y allí guardaremos lo más sublime,
Lo divino, lo que más nos intime,
Y solo al Señor se lo podemos contar.
Él te velará cuando yo no esté contigo.
Él hará que nuestro amor sea fuerte.
Y nunca olvides que cuando estés conmigo
Lucharás para que continúe hasta la muerte.
Poema de las buenas gentes
Yo,
Hecho de los cantos de las buenas genes
Descendiente de las montañas tripicales
Con mi piel tostada que huele
a caña
y brazos cansados de labrar la tierra,
Pido la palabra.
También yo tengo hambre.
La misma del limosnero.
Tengo la sed de la semilla
que espera por su buen riego
y que esperando se marchita
me uo aldolor
de la que vende su carne
para satisfacer apetitos.
Nosotros
Qué sentimiento este que
Nos enloquece
Que nos arrastra
Que nos eleva,
Flotamos en el tiempo
Tú y yo en las horas,
Solos
Sin contar los minutos
La vida toda en un segundo,
Unidos
Nuestros cuerpos en comunión.

