Trailer

Morir con las botas puestas

Woody Allen tiró la toalla. Anunció en una entrevista reciente el posible final de su carrera cinematográfica: “Probablemente haré esta película, pero he perdido gran parte de la emoción, porque no tiene el mismo efecto cinematográfico, no es como cuando comencé a filmar”.

El director de Annie Hall, a sus 86 años, recordó sus improntas juveniles cuando el mundo entero celebraba la originalidad de sus historias. Pero hoy debe estar enfermo. Solo de esa forma se podrá justificar que un maestro del cine no sepa que los nuevos tiempos implican nuevas formas, nuevos discursos y nuevas estrategias de realización y exhibición. Ya lo dijo el poeta chileno Gonzalo Rojas: “Y ya todo estaba escrito, / pero llegó Vallejo y dijo: todavía”.

Con su anunciado final, Allen se parece al Vladimir Putin que sueña todavía con hacer de Rusia el imperio de otrora y, para lograrlo, no escatima mentiras ni discursos, ni ataques despiadados contra la especie humana.

Vuelvo a Woody Allen. Un cineasta auténtico solo deja de filmar cuando la cámara cae de sus manos. Hay muchos ejemplos de entereza profesional; los quijotes que olvidan la vejez para insistir una y otra vez en sus proyectos. Puede que patrocinios y locaciones tarden, lo que no puede tardar es la creatividad. Woody Allen, mientras respire, siempre encontrará aliados financieros para sacar adelante cuanta obra nazca de su inteligencia.

Esto que ahora escribo me recuerda a Clint Eastwood y a Adrzej Wajda. El primero, a sus noventa y dos años, no le entrega a nadie su bandera, sigue haciendo filmes como si no fuera a morir nunca. El segundo, falleció a los noventa años con la mente fija en una nueva obra. Y como ellos hay más. El dinero es importante. Pero cuando un nombre es arropado por la palabra prestigio, deja a un lado los sueños mercuriales para mantener ese rigor propio de los que saben que el cine no es un juego de muchachos, ni un medio lucrativo para el entretenimiento de avivatos.

Ojalá que Woody Allen tire a broma su tonta anunciación. Es difícil actualizarse. Cuesta mucho esfuerzo ser cineasta durante dos siglos diametrales. Pero no imposible. Si abandona el terreno ahora, su grandeza autoral le pasará la cuenta en algún momento. Pero, si insiste, morirá con las botas puestas.

Tags relacionados