Arte de la Zona

Comencé a escribir esto hace alrededor de cuarenta años, cuando Santo Domingo era tan verde como reciente en mi vida. Se trata de un amigo que ha visto, escuchado, comido, bebido, olido, escrito, tocado, dormido y soñado tanto como yo, lo que a fin de cuentas es una manera muy obtusa de decir que somos casi de la misma edad y que, como él mismo escribió y dijo: - Hemos compartido varias vidas.

Siempre pienso que Rubén es mayor que yo, el hecho de que él sea más pesado que yo, hace retoñar constantemente mi error. La edad nunca importa tanto como lo que señala el hecho de que ya de muy niños compartimos en el colegio San Pío X, en los años setenta. Si, somos dos viejos, hemos andado y desandado las calles de Santo Domingo en las más diversas situaciones y lo seguimos haciendo.

Es imposible para mí dejar de recordar cuando integramos el quinteto de minibasket de Casa de España, bajo las alternativas y sabias órdenes de Gogó, entrenador del equipo. Llegábamos a los torneos los once o doce muchachos en su Maverick rojo de dos puertas, dejando suficiente espacio para que Gogó manejara y comentara la vida o ilustrara jugadas del juego al que íbamos. En una ocasión, mientras pasábamos frente a los moteles Reina, en el malecón, Gogó gritó: ¡Leche, leche, leche, leche!

Es uno de los recuerdos que compartimos destartalados de risa.

Como escritor Rubén Lamarche no deja de sorprenderme, su libro” Animales antiguos”, recoge cuentos de atmósfera en ocasiones apocalíptica, inspirados en el pasado huracán George, que ilustra un universo de leviatanes en Santo Domingo.

Desde que lo conozco, pienso que Lamarche es parte íntegra de la Ciudad Colonial y Ciudad Nueva, pues cada vez que tengo alguna duda de dónde queda o quedaba algo en la Zona Colonial o en Ciudad Nueva, recurro a él. Sus conocimientos sobrepasan una y otra vez mis expectativas. Rubén Lamarche siempre sabe de la Zona y de Ciudad Nueva.