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El origen de “Trilce”

En Vallejo hay el desarrollo de un proyecto de escritura que se va complejizando, que va encontrando nuevas aristas, y que al mismo tiempo se mantiene fiel a una cuestión fundamental: el propósito de la indagar desde el lenguaje de la condición humana. De la persona como sujeto individual y colectivo. Eso lo vemos en todo el recorrido de su poesía. Otra cuestión que se ve desde “Los heraldos negros” y en definitiva, en “Trilce”, es la preocupación por la exploración de las posibilidades del lenguaje, que no son siempre las mismas.

Publicado originalmente en 1922, “Trilce” apareció en la misma época en que el presidente Leguía colocaba a José Santos Chocano una corona de laurel en el Teatro Forero (el actual Municipal). Una coincidencia muy interesante en términos simbólicos que, para Chueca, evidencia dos polos: la poesía de lo establecido, estentórea y vinculada al poder, frente a la nueva poesía en gestación. No se trata, sin embargo, de una ruptura declarada. Prueba de ello, advierte el prologuista, es que tanto Vallejo como José María Eguren estuvieron presentes como público en aquella coronación modernista.

La recepción del fundamental “Trilce” resultó polémica. En Chiclayo y Trujillo los primeros comentarios favorables provocaron una reacción de indignadas cartas, artículos y columnas periodísticas dirigidas contra el poeta norteño. “Son peleas dentro de grupos de poder, pero también generacionales”, dice Chueca.

Pero lo más interesante quizás sea advertir los precarios orígenes del libro: su paso por la cárcel. “Hasta donde se conoce por testimonios del poeta Juan Espejo, en la cárcel de Trujillo Vallejo escribe entre 8 y 10 poemas, pero especialmente reescribe todo lo que tenía. Allí aparecen sus preguntas sobre la existencia, la justicia, la soledad. Su radicalidad parte de la experiencia carcelaria, sumada a la muerte de la madre, así como la de sus admirados González Prada y Abraham Valdelomar. La cárcel le permite a Vallejo repensarse por completo, tanto a sí mismo como a su lenguaje”, explica.

En Trilce hay varias lecturas. Lo anecdótico, según lo que cuenta Juan Espejo, es que ese es el origen del poema 1. Definitivamente, si uno lo lee desde ese hecho anecdótico, encuentra una coherencia vinculada al reclamo de dignidad del ser humano en un momento tan privado como la defecación. Pero, al mismo tiempo, poner esa escena como apertura del libro es desafiar una serie de concepciones respecto a lo poético, la belleza, lo permisible. Pero hay otras lecturas, también interesantes. Ese poema permite, desde esta línea del desafío, plantearse como una poética en que la defecación es un símil para hablar de la escritura, por ejemplo.

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