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Dos poemas

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Antonio Fernández SpencerSanto Domingo, RD

Antonio Fernández Spencer (Santo Domingo, 1922-1995), fue miembro del movimiento literario conocido como “La Poesía Sorprendida”. Tras una primera etapa de formación en el país, viajó a España donde fue alumno en los cursos de filosofía y estética de José Ortega y Gasset. Cándido Gerón acaba de publicar en dos tomos su my leída columna del vespertino Última Hora “Fragmentos de un Diario de Neonato.”

SUS PIERNAS

Sus piernas son las yerbas de mis días,

Llenas de verde tierno dan el oro

Que el aire sabe convocar al verlas

Hechas con las palabras de los vientos.

Hechas por esa nube que las mira

Y las aguas del lago donde sueña

Un pez amante de los verdes valles

De la luna ceñida por su enigma.

Pasan sus verdes piernas suscitando inquietudes

A los vientos y el bosque meditando

Sueña que son dos corsas cuando corren

Destrozando las aguas de aquel lago.

Humana tierra es la tierra que ya escucha

Como pasan sus piernas por el día,

Dejando taciturno el tiempo amargo

De la amante perdido entre las aguas.

Esos enigmas que en el sol se acercan

Sin pensar en el astro ni en el velero,

Yo los siento llegar desde sus piernas

Como barcas que cruzan por el tiempo.

A izquierda de la dicha, hay las leyes

De todo lo que muere y que no queda

A la derecha de ese paraíso

Que es su cuerpo llevado por sus piernas.

Llevando flores, río entre su cuerpo,

Mi tiempo pasa sin pensar en ellas,

Lleno de las cenizas del olvido,

Pasto de espacio y tiempo que se ausentan.

El ojo lava un parpado de llanto.

Conforme con la duda son mis años

Y el viaje de mi vida va olvidando

El paso por su dicha de los vientos.

PENETRANDO EN EL SUEÑO

Voy hacia ti parecida a este mundo

Voy hacia ti parecida a los mares

Voy hacia ti parecida a mi mano

Que se oculta en la sombra de tu sangre.

De tu cabellera van saliendo pájaros

De tu corazón todos los potros

De tus ojos parten las fuentes

Que mojan el mar y mojarán mis horas.

Voy hacia ti con tu sombra en la mano

Voy hacia ti con los mares que empiezan

Voy hacia ti y te entrego ese potro

Perdido en los cristales densos de la noche.

Se me ocultan tus ojos en las aves que vuelan

Y ya sin esos ojos yo no puedo mirarte

Ya no puedo mirarte sumergida en la sombra de mis besos

En mi respiración que nace de tus parpados.

Voy hacia ti te me vas y me dejas tu cara

Se te caen los soles de las manos

Y no cantan los pájaros que tu sangre recorrieron mis días

Y yo siento la brisa de ese potro de muerte.

Voy hacia ti y me dejas tu rostro

Y me dejas el mundo despertando en la aurora.

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