Ventana

Las reflexiones de Miguel Franjul

Juan Eduardo ThomasSanto Domingo, RD

Estamos frente al más retador de los momentos para el periodismo que hasta hoy conocemos. Puede que sea, en realidad, el mejor momento para construir en nuestro oficio. Nunca antes estuvieron a nuestro alcance tantas herramientas, tantas plataformas y conocimientos, recursos, colaboraciones y posibilidades para llegar a lectores y para contar nuevas historias.

La Internet, y todas sus nuevas herramientas, aplicaciones y dispositivos están aquí pero no han firmado su final. Por el contrario, hay que prepararse para más, prepararse para de una vez y por todas entender que lo único seguro en la vida es el cambio. Prepararnos para no temer.

Estoy convencido de que la mayor enseñanza que nos dejan estas reflexiones escritas por Don Miguel son las de asimilar el cambio en el oficio periodístico como una cuestión inherente a nuestra profesión, no como algo secundario o pasajero. Y, una vez pasado este capítulo, aprovechar esta ventana de disrupción para construir y contarle mejor la vida a la gente.

Lo interesante de estas reflexiones es que miran tanto al futuro como al presente mismo. Se constituyen en radiografía pormenorizada de un oficio estremecido, en el análisis con certeza de las necesidades de la industria periodística y de los procesos de construcción, entendimiento y medición de lo que hasta hoy hemos conocido como noticias.

También creo que estas reflexiones representan la más alta y constante preocupación del autor: su mirada a cierta apatía y falta de motivación entre los periodistas, de los reporteros que están al pie de calle. La desidia ante la realidad de que el mundo nos sigue cambiando entre los dedos y que aún no somos capaces de entenderlo y reaccionar en consecuencia.

Y es que, en muchas maneras, estamos viviendo una revolución dramática como nunca antes había pasado y quienes deberían ser los principales actores de ese momento de cambio han preferido la mudez, en muchas ocasiones, cobijados en un miedo infundado ante el cambio.

Hay un apunte que hace Eduardo Suarez, un periodista español que ha laborado para el periódico El Mundo y que fue parte del núcleo fundador del diario digital El Español, sobre las visiones temerosas que anuncian el fin de muchas cosas y sobre las que probablemente se cimenten esos miedos en suelo dominicano:

“Cualquier tecnología nueva fue percibida por algunos como una moda pasajera, como una herramienta para la demagogia o como el fin del periodismo. Siempre se demostró que esos escépticos no tenían razón y a menudo quienes lo demostraron fueron novatos a quienes no les importaba cómo se habían hecho las cosas”.

Quien en las páginas de este libro que se presenta hoy desmonta esos mitos no es un novel periodista. Por el contrario, carga con cinco décadas de trabajo periodístico esparcido en las tintas del LISTIN, HOY y La Información, de los fotogramas de las principales cadenas de televisión y desde las oficinas que facilita el mundo de la comunicación corporativa. Aun así, es la persona que con mayor excitación en nuestro entorno ha abordado los cambios que nos han transformado.

Nadie en República Dominicana se ha detenido a pensar y repensar en tantas ocasiones el presente del periodismo como lo ha hecho don Miguel los domingos de los últimos cuatro años con sus “Reflexiones”.

Sus entregas sirven primero de alerta, visitando las experiencias de éxito de otros países y luego como censor de análisis a nuestra propia realidad. Y aquí me permito hacer una advertencia: Cuidado con pensar que se trata de un libro futurista.

No. Las siguientes líneas tienen ese extraño encanto de pasearnos por el porvenir y aterrizarnos a lo que hemos visto hoy mismo. Es una discusión interesantísima del autor con el mundo que vamos descubriendo, el que tanto nos apasiona y a la misma vez nos reta.

Y eso es lo que hace Don Miguel con sus entregas: retarnos a no temer al futuro, a abordar tantos cambios y dar el paso para protagonizarlos, para aprovecharlos.

Hoy a don Miguel le debemos una doble felicitación. Primero, por la oportuna y necesaria publicación de estas reflexiones y segundo, por la celebración de su cumpleaños.

Ojalá que disfruten estas Reflexiones de la misma manera en la que sus compañeros lo hemos hecho cada domingo por la mañana.

Solo queda una cosa más por desear, y esta es para todos los presentes: Que tengan una muy feliz lectura.

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