Jóvenes y viejos: La necesidad intergeneracional
Recibir un NO, encontrar puertas cerradas o que te la cierren al intentar acceder por ella, es la cara de lo que se enfrentan los jóvenes dominicanos. Somos una generación que cuando observamos una puerta que esta entreabierta se nos tilda de rebeldes.
Muchas esferas del país se olvidan de nosotros. Los periódicos, tanto digitales como impresos, difunden designaciones a amigos afines a funcionarios para dirigir las instituciones públicas. Esos son los llamados “embajadores’, incluso, muchas veces solo sirven de floreros en las mismas.
Para ellos, el deber no va más allá de dar como válido el lado claro de la vida en exclusividad. Y eso no siempre lo es. Muchos de los mal llamados servidores públicos no integran, no reconocen, ni aceptan que hay una generación en espera de una simple llamada para ocupar el espacio que les pertenece por la preparación profesional que han alcanzado; que dedican su juventud a la preparación y a las buenas prácticas, en espera del momento de ser ellos los que tomen decisiones, hagan propuestas y, como lo soñó Duarte, hagan de este pedazo de isla una mejor patria.
Somos una generación que refugia sus esperanzas en que en todos los medios hablen de la juventud sin estigmas, que hablen. La falta de comunicación es muy peligrosa. Que las oportunidades no sean solo para adultos-mayores y que los espacios no solo estén a la disponibilidad de algunos, porque somos muchos y el Estado no nos representa.
Hace falta incorporar la mirada joven a las instituciones, porque dentro de ellas puede coserse una gran alianza intergeneracional, a lo mejor el cambio del que todos hablan y hasta el presente, poco impacta.
Una juventud en acción, con oportunidades en todos los sectores políticos y empresariales, junto a profesionales, puede generar los cambios necesarios para mejorar su vida y recuperar la confianza en las instituciones democráticas.