Canción para Soledad Álvarez
La escritora dominicana acaba de recibir el Premio Nacional de Literatura
En Cuba no la conocí. En aquellos años ella era una joven escritora dominicana que trabajaba en la Casa de las Américas. Se había graduado de Filología con especialidad en Literatura Latinoamericana en la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana y yo no pasaba de ser un recién graduado de Derecho, con mil problemas encima y mi mente ocupada en cosas absurdas, indebidas.
A mi llegada Santo Domingo tampoco fui bendecido por su amistad. Trabajó en el suplemento Isla Abierta de Manuel Rueda: cuando ella salía, poco después yo entraba. Parecía como si no fuéramos ardillas escampadas.
Fue la casualidad del cine la portadora del encuentro. No recuerdo el día, ni la hora, ni con qué película afinamos. Ella ya me conocía de nombre y lecturas y, viceversa de mi parte. Siempre admiré el grito de su voz como mujer a través de la palabra bien escrita, su emoción y su exquisitez. Su poesía erótica me cautivó como a sus lectores y amistades.
Soledad Álvarez es un personaje que marca un destino de las letras dominicanas. No abroga protagonismo, ni se eufana de pertenecer a determinada generación, grupo o tendencia. Tiene sus amigos, es cierto: alegres o tristes, pero amigos. Sin embargo, todos tenemos que ver con ella de alguna que otra forma por su valor de escribir sin que le tiemble el pulso.
No es una autora con decenas de libros publicados. Pero los que tiene, le bastan para alcanzar la distinción.
En un medio tan difícil y complicado como el de las letras nacionales, ella posee la virtud de ser admirada y recibida por diversos grupos y tendencias, desde la farándula enhiesta hasta los más portentosos autores: Del ayer y de hoy.
No hay pluma internacional de prestigio que no la celebre o goce de su amistad. Ella nació no solo para escribir sino para enhebrar un pensamiento, su fortaleza espirual y su extraña manía de hurgar en el alma ajena son sus armas de guerra.
Hay mucho que escribir de Soledad Álvarez como escritora, como mujer, como amiga, como cinéfila insasiable, como lectora voraz y, por qué no decirlo, como la Soledad Álvarez que es.
Ventana siempre ha estado con ella. En las buenas y en las malas.