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El poder del perro

(Primera parte)

Esta cinta pertenece a una directora de armas tomar. Ya lo ha demostrado antes. Acostumbra a no buscar espacios comerciales y bucear en el flujo de la naturaleza humana.

Se llama Jane Campion y se especializa en rastrear lo que otros pasan por alto. Tiene 67 años, pero su lucidez y creatividad son maravillosas. Nació en Nueva Zelanda, y es una profesional con mucho que decir. Ya mereció un premio Oscar como guionista (El piano, 1993) y acaba de arrazar con los galardones principales de los Globo de Oro 2022 con su más reciente filme, “El poder del perro”, estrenado en Netflix a finales de 2021.

Ahora ha vuelto a las suyas. Su trabajo consiste en sacar piedras escondidas en corazones enjaulados. Con “El poder del perro” Campion entra en el drama a partir del trauma de la personalidad: Una viuda sobreprotectora de su único hijo, un rico hacendado que se enamora de ella, y su hermano, un vaquero a la uzansa, lenguilarlo, machista y mal educado.

Ella enfrenta a estos personajes que solo tienen en común pisar la tierra donde viven. Entre poderosas referencias bíblicas y un reparto bien elegido y mejor actuado, transcurre una naturaleza sensible y rebelde donde el cine sobresale por su trama y su discurso ético. Se trata de un bosquejo cercano a la transformación de la personalidad. Para ello, la directora se apoya en un engranaje fílmico que no omite los detalles de una cámara intensa y relatora que recoge lo que quiere. Además, las locaciones retratan una sugestiva realidad. Un trabajo psicológico se integra a la caracterización de unos personajes que puden jugar sus propios sentimientos, ya bien con libros, reses, caballos, idilios o frustraciones individuales. El guion es un contundente muestreo: esos seres no sabían la dimensión de la transformación que pueden sufir. Y las armas de fuego no se disparan.

El filme impresiona. Se mueve entre ficción y realidad aunque a veces esta última gana la carrera por la valentía en el manejo de un tema a todas luces complicado, duro y demostrativo.

Campion logra la pulcritud en su puesta en escena. Ella sorprende al espectador con recursos propios del género western, ligados con la profundidad moral de los protagonistas, listos para defender el espacio donde fueron preparados para asumir el pedazo de vida que les tocó vivir a partir de sus propios descalabros.

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