Alter ego, después de un día de silencio

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Juan Alejandro Pinales PaniaguaSanto Domingo, RD

La poesía es un descubrimiento a sí mismo, es una conversación con profundidades que sólo alcanzan las palabras. Hermes De Paula, en sus textos, alberga una serie de elementos de la cotidianidad, de la esencia en la persona. Es como si sus escritos fueran un desvelo de un alter ego, con un claro sentido y proponen secretos. Digo esto porque sus poemas invitan al lector, a través de analogías y metáforas, a descubrir dentro de cada verso lo que se esconde.

De Paula, en Un día después del silencio, utiliza entes muy específicos en su cometido y en su diálogo plasmado entre sus versos, cita las deidades, los niños, para transportarse a eso que él siente creer y a la juventud en la que se percibe; como la juventud que percibe en la cotidianidad.

Como en el texto mismo, Derrumbe de los días… una mujer sola y tres niños en la mesa con ojos a la espera del milagro mediodía hacia la noche esparciéndose… Pág. 30

Recapacita dentro de las necesidades vivaces que permanecen reincidentes en los días, creando ese paradigma cliché. Aunque, incluso allí también encuentra ese sentido nefasto, haciendo mucho más particular el concepto.

Porque… la música del mosquito está naciendo el cielo ondea sus manchas verdinegras y detrás de estos muros que erigen los días un hombre se desmaya. Pág. 30

También se reviste de filosofía en una infinitud que, Más allá del tiempo que suponen los dioses una enorme puerta se abre a los pasos de la vida. Pág. 31

Nos abre una puerta mística entre la vida y la muerte, suponiendo una vida alterna, que se aprecia en esencia. Una duda intensa, que, en palabras llanas y cortas, estremece cualquier pensamiento.

Un día después del silencio, impregna un silencio que abre la mente al análisis y a un disfrute de proporciones distintas, es decir, se filosofa, se interpreta, nace la tragedia y se sospecha locura en los textos. Como si el pensar después de aquel silencio, hubiera causado tanta literatura esparcida en diferentes enfoques. Hermes De Paula vive el silencio, lo sufre, augura y se consagra en él.

Regresamos al texto, donde alucinando, nuestro poeta dice:

Mi madre descifraba los sueños odiaba la historia de Job y Juan en Patmos yo temía a las pesadillas… Pág. 27

La representación fantástica y metafórica que se muestra no tiene límites. Cada verso es un anagrama que se descubre con el otro, porque las madres exhalan ese sexto sentido que descifra y de allí se alimentan las historias que vagan típicas en los pueblos. Lo más importante no es interpretar lo que Hermes De Paula profesa, es dejar salir aquel ser, uno que se encuentra en el silencio, se jacta de juventud, que es bohemio, pero, sobre todo, ese que se inmortaliza en el escrito. Así es como funciona el Maquiavelo silente; escondido.

Además de tanto cálculo, por supuesto que sufre, en soledad… Meciendo sus piernas la noche en un vaivén de gritos que atesora lo oscuro. Ha quedado tendida sobre el miedo… Pág. 47

Apela a la oscuridad solemne dentro de la soledad, pues no sólo son los espacios oscuros, es oscura la vida y esencia en la que él se entiende. Escribe bajo una histeria donde tantas voces gritan que la propia inexiste, ergo, está solo.

Estremece mi cuerpo la cama palpo mi rostro, no hay indicios de sueño parece que estoy solo nadie escucha mis gritos. Pág. 47

El velo se rompe cuando el escriba madura y las frustraciones se amañan, pues se concretan y marcan la escritura. Son otra representación estética, parte psiquiátrica, que emana de cada verso. El mejor psiquiatra es el mismo escriba, que, dentro del acto literario, se pretende, se busca y se encuentra en vacíos inexplicables, como los que se leen dentro del lenguaje limpio y sincero de una lectura físicamente tenue, pero intensa en los silencios que provocan su pensamiento. No se siente convencional o comprometida con un propósito antinatural, los textos simplemente fluyen.

Y sigue sintiendo soledad, Antiguos gritos repitiéndose el lagarto cantando madrugada y unos huesos sin promesa alternándose en el aire. Pág. 24

Conceptualizando una imagen pura de una vida sin misterio, de bucles infinitos, que frustran. Mira a la ventana y…traer hasta mis ojos el cristal y la tarde detrás de los sueños las puertas del mundo: una enorme casa vacía. Pág. 24

Vislumbra al mundo y se encuentra encerrado por paredes, que se visten de puertas y sólo las abre el deseo incesante de dar un sentido.

Los poemas de Hermes De Paula son, una vez más, ese alter ego. Simplemente emanan y juegan con el pensamiento. Recuentan el dolor y la agonía en la soledad, pero encuentran luz en la anormalidad de lo típico. Son textos que te descubren en el silencio. Un disfrute total.

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