Lenguaje y aventura
El tono, la trama y aun los personajes son obras del lenguaje. No hablo aquí de la invención ni del acercamiento a otro espacio, sino de la manera de borrar el interés de los tortuosos caminos por donde cruzo.
El lenguaje me enriquece como no pueden hacerlo las cuentas bancarias. A estas alturas sólo puedo tejer alforjas de palabras para que ellas despejen el delirio, el sueño y la vigilia en busca de misterios aún sin resolver. Con esto quiero advertir que no persigo otra gloria: solo las opciones sugeridas.
He inventado mi propio relato y voy envuelto en él hasta el final de mi estruendo, con la esperanza de buscar. Solo me importa una pieza con elementos que marquen la aventura.
Mi mayor riqueza es mi cabellera blanca vencedora del polvo, y estas manos negadas a abolir los rastros de su entorno. Lo demás vive en el sitio de las piedras, junto a la trama y los personajes que me han hecho distinto.
Salgo cada día en busca de mí mismo en otra obra inmortal dentro de la cual mis contradicciones se van nutriendo de páginas ilustres, y profanas.