Tres estampas desde Cuba

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Mal negocio hacer infelices a los hombres y mujeres de su tiempo, en favor de los hombres y mujeres de los tiempos que vendrán. Los unos sufrirán y arderán de espanto en las llamaradas de sus tiempos, los otros no lo agradecerán.

Ejemplos reservados.

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Utopía. Amorosos de la poesía hallo en todas partes de Cuba. Lectores-escritores que vibran con los más disímiles conceptos de lo poético, buscan afanosos a los grandes y medianos libros de poemas, subyugados por la belleza del conjunto de letras. Recuerdo a la pareja juvenil que conocí en Bayamo, amantes de la música, delicados, bullentes. Hay tantos que aspiran a ser Lezama, que paralizarían al mundo con sus lenguas oscuras. Pero los hay del “día” y de la “noche”, como también Lezama dijo que existían. Y son fabulosos los inefables repentistas que de pronto arman una ingeniosa décima jamás escrita, disuelta en el aire como una pompa bella. Debe haber en Cuba unos cincuenta mil poetas, amantes de la poesía, llenos de la chispa prometéica.

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Le limpiaba el rostro a la poesía. Pobre, andaba sucia, desvalijada, la robaron en el tren de la Vida. Las noticias sobre poesía, no ocupan páginas de los periódicos. Primero, política; segundo, deportes; tercero, economía; cuarto, farándula. Luego ciencias, descubrimientos, cosillas “menores” de ese tipo. Poesía es todo. De modo que, en la primera página de todos los diarios, hay poesía. Esa puede ser la resignación de los poetas.