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Las crónicas de Sorayda: la perfección literaria para contar historias humanas

Se comenta el libro de la escritora y periodista dominicana Sorayda Peguero Isaac que apareció publicado por el sello Tusquets.

Sorayda Peguero Isaac, al igual que Gabriel García Márquez, considera la crónica como un género incómodo por sus vínculos con la literatura. Al leer sus escritos publicados en su libro “Por aquí pasó una luciérnaga” (Tusquets, 20200), se puede revivir la sabiduría garciamarquiana: “… la crónica es como la novela de la realidad. Es un relato en el que hay que respetar estrictamente la realidad. (…) Es para mí el género, la rama del periodismo que más se acerca a la literatura en cuanto a la forma de recolección de información, de la organización y del ojo que analiza” ( “El periodista es hoy en Colombia un corresponsal de Guerra”, GGM, El Espectador, enero 1991).

Tal vez esa fue una de las causas que pudieron motivar a la actual dirección del diario colombiano a promover a la escritora dominicana radicada en Sabadell, Barcelona, como columnista de opinión y, además, nombrarla corresponsal en España.

Digo todo esto como pretexto introductorio porque las crónicas de Sorayda no pecan de influencias de nadie. Son muy suyas, marcadas por la vida, la sabiduría y las andanzas de esta joven mujer nacida en Haina que lo mismo enfrenta matices literarios de sus autores preferidos (Hemingway, Duras, Elena Ferrante), como experiencias musicales (Celia Cruz, Omara Portuondo).

Sus crónicas, humanas y realistas, acusan de perfección formal. Tal magnitud hizo que la editorial Tusquets, con la anuencia de la Dirección de El Espectador, se dio a la tarea de incluirla en su catálogo de ediciones recientes. De esa forma, la nativa de Haina y ex colaboradora de Listín Diario, se convirtió en la primera persona (y a la vez mujer) en publicar una obra de rigor por ese famoso sello.

Vicios que ella supera El academicismo inexpugnable, junto al lenguaje reiterativo, son dos males que han predominado históricamente en el periodismo de muchos países.

Ampara un en barroco fuera de contextos, algunos periodistas consideran que usar palabras raras, altisonantes e incomprensivas es el secreto para la trascendencia. También se equivocan los que piensan que la prisa del cierre obliga a reiterar sustantivos, verbos, frases hechas y lugares comunes. Ambas limitaciones de estilo han obligado a muchos fieles lectores a alejarse de ese tipo de orfebrería redaccional.

Para decir la verdad existen palabras de hermosura. Los periodistas no solo deben escribir lo que ven, sino saber escribir lo que ven. Deben ser cultos, ávidos lectores, conocer distintas ramas del saber y especializarse en la mayor cantidad de esferas posibles (educación, salud, medio ambiente, arte, etc.), para no limitar su trabajo a la simple información de trámite.

El periodismo es otra cosa. Es un placer hacerlo con una sencillez que permita a los lectores descubrir, detrás de la crónica, el reportaje o la entrevista, al periodista culto que la firma.

El libro por dentro Las crónicas de Sorayda transpiran amor. En ellas resplandece la vocación literaria de quien escribe a sabiendas de su propia experiencia. Son relatos humanos que recogen la experiencia de una mujer sensible con una prosa austera, equilibrada, casi perfecta, donde no hay espacio para divagaciones. Sorayda sabe cómo hacerlo. Acude a la sencillez expresiva, y entre relato y anécdota se cuela un sentimiento de sabiduría acumulada. Su mirada está atenta a lo que ocurre. No pierde detalles y desecha lo intrascendente. Hay cultura, poesía, sentimiento y memoria del tiempo y sus gentes, del tiempo donde vive.

El libro está dividido en cuatro partes. Las tres primeras recogen las crónicas y columnas de opinión divididas en temas íntimos (cercanos a su vida dominicana), universales y de figuras inolvidables, sensibles a su ser y a su personalidad creadora. La cuarta recoge apuntes literarios en forma de diario; una canasta de historias y reflexiones sobre temas eternos, cercanos a su forma de ver el mundo en que vive.

No busque el lector historias tremebundas ni dramas exotéricos. Aquí hay una escritora que sabe contar, con los pantalones ajustados y firmeza de carácter. “Por aquí pasó una luciérnaga” es un volumen inolvidables, hechos a quemarropa, con la mente en el corazón y el corazón en la mente. Es un libro inolvidable que nos puede proporcionar placenteros momentos de buena lectura.

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