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Con maracas y cajón

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María Luz CrevoisierLima, Perú

A quienes nos apasionan las melodías cubanas, apreciar una película como “Chico&Rita”, que gira alrededor de la vida de un mítico ídolo como Bebo Valdés, simultáneamente nos aproxima a la edad de oro de esa música que dio la vuelta al mundo, consiguiendo así una dupla que es una suerte de lujo.

En el film citado, no solo podemos apreciar los dibujos maestros de Javier Mariscal-creador del perrito Coby, mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992-que combina con gran acierto el trabajo artesanal con el digital, sino que también podemos escuchar la banda sonora creada por Dionisio Ramón Valdés Amaro, que no es otro que el mítico Bebo, un pianista de 96 años que nos embelesó con su ritmo por diversas épocas, hasta su sensible partida en días recientes.

Fernando Trueba, Javier Mariscal y Toño Errando, después de seis años de intenso trabajo, lograron el largo metraje “Chico&Rita”, para contarnos la historia del jazz cubano, de aquellos pianistas de color que se convierten en miembros de las orquestas más famosas y de los periplos que debían pasar para triunfar en esa Cuba de aquellos años, frenada por el racismo y los prejuicios.

SUS INICIOS

Bebo Valdés, nació en la provincia de Quivicán el 9 de octubre de 1918 e inicia su carrera como pianista en la orquesta de Julio Cueva, la más importante de aquél entonces. Para ellos compone “la rareza del siglo”. Después, pasa a formar parte de la orquesta de Armando Romeu en el Tropicana, cabaret de fama internacional en donde reinaría con todo el frenesí de su música.

El salto al jazz lo hace gracias al productor Norman Granz, quien lo invita en 1952 a debutar en su primera grabación discográfica con este ritmo traído desde Nueva York en el que Benny Moré, otro de los grandes de la música cubana, se convierte en uno de sus vocalistas. Sus composiciones como “Rimando el cha cha chá” hacen bailar a toda la isla. También está con él Orlando Laserie y se inician las giras al exterior. Triunfa en Europa como solista de piano en una orquesta de leyenda: los Habana Cuban Boys. Y cuando llega a Estados Unidos, este país también se rinde a sus composiciones. Son los finales de los años 50 y se inicia la Revolución que no acepta el jazz. Decide exiliarse y parte de Cuba para no volver jamás, dejando atrás una familia y una historia de prestigio.

TREINTA AÑOS

Su primer destino fue México, en donde se convierte en arreglista de la cantante chilena Monna Bell. También fue representante artístico del bolerista Lucho Gatica. En 1963, llegó a Suecia con la orquesta Lecuona Cuban Boys y tras un nuevo matrimonio, se afincó allí hasta su fallecimiento el 22 de marzo último.

Ese largo silencio, casi de treinta años, se anula hacia finales de los años 90. El 2000 se produce “Calle 54” dirigida por Fernando Trueba junto con un doble CD de la banda sonora.

El 2001 graba “El arte del sabor” que obtiene el Grammy al Mejor Album Tropical Tradicional. Otro Grammy se le otorga por “Lágrimas Negras”, una joya de colección, fusión del jazz con flamenco grabado al alimón con el gran Diego Cigala.

(Bebo Valdés, falleció el 22 de marzo del 2013 en Suecia, país en el que vivía desde 1960-Nota editada en la página Cultural de El Diario Oficial EL PERUANO-13 de marzo del 2013)

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