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Gerón publica dos libros sobre el nacionalismo de Joaquín Balaguer y Manuel Arturo Peña Batlle

En ambas obras publicadas por Editora Corripio, Cándido Gerón, trabaja el tema a partir de la enjundiosa conferencia dictada por Joaquín Balaguer en la Universidad de Santo Domingo, en el año 1958.

El nacionalismo que a flor de piel se debate en la actualidad y tiene como base el tema recurrente de intelectuales y comunicadores sociales en favor de la legalidad de haitianos en territorio dominicano y el rechazo de los que promueven la inmigración haitiana, sirve para rechazar esa actitud antinacional con la cual se identificaron Joaquín Balaguer y Manuel Arturo Peña Batlle.

El reconocido escritor y periodista Cándido Gerón, trabaja el tema a partir de la enjundiosa conferencia dictada por Joaquín Balaguer en la Universidad de Santo Domingo, en el año 1958.

El autor también analiza a profundidad el nacionalismo y el pensamiento de Peña Batlle, uno de los historiadores que más han estudiado los conflictos domínicos-haitianos.

De acuerdo a Cándido Gerón, el nacionalismo de Balaguer está cimentado sobre un fuerte sentimiento nacionalista y se somete a cualquier prueba de fuego, poniendo de manifiesto su espíritu de buen dominicano.

Según afirma Balaguer, la República Dominicana poseía un territorio que le pertenecía desde el día mismo del Descubrimiento de América en 1492, por “juro de heredad” y agrega que ese territorio carecía de límites definidos y de fronteras inmutables en 1844.

De acuerdo a Balaguer, ese territorio carecía en 1844 de límites definidos y de fronteras inmutables. El tratado de Riswick, en cuya virtud España cedió a Francia la parte occidental de la isla, dejó sin solución el problema de los límites entre las dos colonias.

Balaguer recuerda que más tarde, el Tratado de Aranjuez de 1777, establece como fronteras la bahía de Manzanillo por el Norte; y por el Sur, el curso del río Pedernales y que estas fronteras solo existieron en papel, como fronteras la bahía de Manzanillo por el Norte; y por el Sur, el curso del río Pedernales. Pero estas fronteras solo existieron en papel, porque Haití, a partir de que se hizo independiente, proclamó el principio de la individualidad de la isla, y adoptó como política nacional, a partir de 1855, tras el fracaso de las invasiones a mano armada, la de penetración pacífica, pero sistemática y constante, del territorio dominicano.

Explica Balaguer que “todas las tentativas que se hicieron antes de 1930 para definir los límites entre los dos países, inclusive la de un laudo arbitral de su Santidad el papa León XIII, fracasaron ante la mala fe o ante la renuencia de la diplomacia haitiana, interesada en favorecer una silenciosa labor de conquista de nuestro patrimonio territorial en el sector fronterizo”.

Desde su punto de vista, “fue Trujillo, quien el 27 de febrero de 1935, logró vencer al fin la resistencia haitiana y concertar un tratado en que se definen los límites entre las dos naciones”.

Por otra parte, en el libro El pensamiento y nacionalismo de Peña Batlle, Cándido Gerón sostiene que el ilustre escritor se apoyó en la teoría del conocimiento y por tal razón, su pensamiento y obra orientan y, desde esta perspectiva, estudió a profundidad los esquemas filosóficos, síquicos y sociales de autores como Cicerón, Locke, Bacon, Rousseau, Montesquieu, quienes estudiaron ampliamente los mitos, las creencias, la evolución de la cultura y el proceso integral de los grupos sociales.

Manifiesta Cándido Gerón, que en las letras se proyecta el pensamiento de Manuel Arturo Peña Batlle, porque escribió libros, ensayos y artículos de opinión memorables para el estudio de la historia dominicana.

Argumenta que estudiar a este referente intelectual, equivale a comprender las razones por las cuales dedicó su vida a planear soluciones sobre la soberanía nacional y en ese orden produjo textos fundamentales sobre la frontera dominico-haitiana.

Señala Cándido Gerón que su fervor nacionalista, adquirió dimensión histórica-política cuando la República Dominicana fue intervenida por los norteamericanos en 1916 hasta el 1924 y vale decir que Peña Batlle formó parte de la élite de intelectuales que enfrentar esa acción militar.

A juicio de Gerón, desde la óptica de Peña Batlle, el impasse con Haití, obligó a muchos intelectuales asumir una posición nacionalista y en ese orden se sumaron figuras de la reciedumbre política y moral de Ulises Francisco Espaillat, Francisco Gregorio Billini, Francisco Henríquez y Carvajal y otros que también descollaron en defensa de la nacionalidad dominicana.

En ese contexto, Gerón sostiene que el espíritu nacionalista de Peña Batlle, simboliza en sentido general, lo novedoso del pensamiento liberal. Por esa razón, muchos aspectos de su nacionalismo se pueden entender, porque desde muy joven se dedicó a estudiar la contradicción histórica entre la República Dominicana y Haití.

Y argumenta Gerón que sus escritos continúan despertando la conciencia de los dominicanos, porque la amenaza de Haití sigue latente. Por esa razón con los años, se convirtió en una de las figuras más respetables del país, por su fervoroso discurso nacionalista y su dilatada resonancia de jurisconsulto consagrado.

Por su parte, Peña Batlle escribe: “Después de largos años de alternativas y de constante labor logramos finalmente dejar solucionada, merced a la decisiva intervención del hombre que cumbrea nuestra historia contemporánea, las más vieja, difícil y complicada cuestión de estado que haya ocupado jamás la mente y la atención de nuestros gobernantes: me refiero a la delicada cuestión fronteriza que desde 1844 nos dividió de Haití”.

Y agrega: “Cuando califico de tal manera aquel viejo asunto no lo reduzco, por supuesto, a la demarcación fronteriza propiamente dicha, a la demarcación geométrica de una línea divisora de los dos estados , sino que vinculo el problema todo el conjunto de nuestras relaciones con el vecino estado, usufructuario, junto con nosotros, de la isla maravillosa y encantada en que afincaron el genio de Colón y el de la España constructiva del siglo XVI, la conquista y la colonización del continente americano”.

Según Cándido Gerón, Balaguer y Peña Batlle, unificaron el criterio histórico de que el país aún debe abrazar el pensamiento de Juan Pablo Duarte, en el sentido de que “la República Dominicana, es libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera”.

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