Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

EL OTRO DESPERTAR DE ALICIA

Alicia despierta. Se incorpora en el diván y escucha atenta el lejano lamento de campanas que le trae el viento de la tarde. Su mirada vuela con cada eco sobre los arabescos del techo. Cuenta cada repique, conteniendo la respiración a la espera del siguiente toque.

Mirar el cielo raso de la gran sala le produce una notable sensación de vértigo. Teme despegarse del diván y estrellarse indefensa contra el techo. Una pausa más, y espera con angustia la siguiente campanada.

- ¡Es la hora del té! – dice en voz alta.

Observa en torno. Su pecho exhala un leve suspiro, ahí estaba todo: los gatos jugando sobre la alfombra, el reloj que nunca deja de cifrarle el tiempo, el mullido sillón de terciopelo frente al fuego y lo más importante: el espejo.

Poco a poco los recuerdos brotan en su memoria, y el sueño surge rutilante como un cristal recién lavado. Le parece vivir una vez más las aventuras que pasara en la Casa del Espejo, ver de nuevo todas las criaturas. Deja el diván y camina hacia el espejo, deteniéndose ante él como a la puerta de otro mundo. Le era imposible olvidar.

- ¿Y si todo hubiese sido verdad? – se pregunta.

Hasta ese momento descubre que sus ensoñaciones alteran en tal grado sus sentidos que, no había notado su ausencia de reflejo. La llena de pavor no verse en el fondo del vidrio. Tiembla al sentirse convertida en un fantasma. Todo tiene una apariencia real pero, ¿acaso los sueños la tienen?

- De cualquier modo – se dice. Solo hay una manera de saberlo.

Resuelta, corre al espejo y siente como este cede ante su impulso. Al momento de atravesarlo percibe que su cuerpo ha disminuido de tamaño, todo era ahora más grande.

Descubre asombrada un hermoso jardín, igual al de la Flores Vivas y antes de tocarlas le parece sentirlas. Entonces abriga la certeza de que todo había sido verdad, de que eran ciertas las aventuras que un día, hace ya veinte años, disfrutara por primera vez en ese mundo de sueños al que ahora regresa. El tiempo se le hace más denso. Ve un tablero de pequeños mosaicos.

- ¡El ajedrez! – exclama.

Y un instante más: la obscuridad, como si hubiese contado la última campanada y continuara durmiendo.

Más tarde, un par de hombrecillos regordetes, iguales a dos huevos, la cargan y se la llevan. A ninguno les sorprende descubrirla ahí. Los demás, apresados cada uno en sus fantasías ni se fijan en ella. Nadie se preguntó, porqué se arrojó Alicia desde la ventana.

Tags relacionados