Sorkin: Técnicas y sustancias ocultas

Aaron Sorkin es considerado uno de los más famosos guionistas de Hollywood. “Sin embargo, no creo que sea famoso porque sea bueno, sino por que su estilo se denota”, dice Michael Tucker, director del canal de YouTube “Lessons From The Screenplay”. Aprendiz de Hemingway y de Munro, (amantes de la simplicidad y los viajes en el tiempo), se alejó del teatro un tiempo para aprovechar las novedades de los medios poco convencionales, como lo son la televisión y el cine. A pesar de no tener nada que envidiar con su anterior y posterior filmografía, su revolución al cine se dio con la película “La red social” (2010), película que según muchos críticos, se alzó como la película que comenzó de veras con la década anterior.

Deslizaba entonces con los botones del control remoto en Netflix, y hace unos años visualicé esta (quizás) ópera prima también dirigida por el maestro David Fincher, hoy conocido por haber dirigido la serie “House of Cards”. Salí descontento de la televisión, no había logrado comprender ni el valor ni el significado que tuvo esta excelente obra al abrirme las puertas a otras caras de la moneda que es el universo cinematográfico.

Fuera de su estructura no lineal, la película destaca a simple vista por sus emociones y mensajes implícitos, cargados por brevísimos parlamentos (como Beckett) y una omisión a través de unos villanos que sólo se redimen por completo al final.

A pesar de que los guiones de Sorkin evitan menciones explícitas sobre la temática, al descubrirlas se aprende mucho sobre tanto la cinematografía como la forma concreta de hacer narrativa más auténtica. Sin embargo, el efecto acumulativo de esto es todavía mayor, disfrazando a los presuntos héroes bajo una intelectualidad superior a la media, a través de conocimientos grandes sobre la cultura pop clásica y contemporánea.

Con Sorkin, se aprende a estilizar historias, manteniendo las temáticas implícitas.