Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Crítica

El ave rasga su memoria, de Valentín Amaro

La soledad es la condición esencial del individuo. Saberse en soledad labra albores de incertidumbres. Ella es radical. Nos acompañará siempre. Esto se debe a lo intransferible de la vida. Nacemos y morimos en soledad. Para algunos, será una peste de difícil sanación y huyen de sí como para ahuyentarla. Cualquier cosa es mejor que vérsela con uno mismo. La diversión es un sustituto temporalmente. Se mitiga el malestar sin abolirla. Enfrentarla es enfrentarnos. Aun logremos apartarla por medio del amor, siempre es fiel. Llega el momento en que nos volvemos para sosegarnos debajo de un buen árbol.

El poemario El Ave Rasga su Memoria de Valentín Amaro es un hurgar en la soledad donde se hace presente la nada. La Nada no es más que ese estado desolado ante el ente. Este falsea y rasga la memoria que le revela lo mítico del acontecimiento. El espejo refleja la memoria, porque al traerla se refleja en la consciencia angustiada. Simbologías constantes en los poemas. Seguido viene el grito interior: la incertidumbre del existir.

Hurgar en la soledad permite las voces que se intercalan en el fluir de los poemas. Incluso la presencia del Padre, pero éste está aludido como testigo, como representación de la trascendencia, pero sin estar en el drama del tiempo.

“Desde la fría estación del barro

el ave rasga su memoria,

te grita en lo oscuro de su eterna soledad,

un azar de lluvia terminó su vuelo”

(Pág. 19)

El poeta sitúa al ente en el barro (polvo), y rasgar la memoria (tiempo), te grita (angustia) en un azar de lluvia (vida) que se da terminada con el vuelo. Desdén en los ojos. ¿Qué ha de ver? (La nada). La voz lírica observa desde el espejo la presencia de la muerte, no la de él, sino la de los otros. La soledad frente al espejo ve fluir el tiempo que devora a sus criaturas, a su vez, demanda del reflejo el vuelo (transitoriedad). Contempla la temporalidad que no es más que la perpetuidad del fluir.

Las partes más importantes de este poemario son: El Ave Rasga su Memoria y Volviendo al Espejo. El primero es continuidad del segundo. Encierran las inquietudes metafísicas de la soledad del existente. Y como toda literatura de profundidad, tiene por objeto, independiente de la circunstancia, la existencia que logra percibirse en la alucinada interioridad.

Amaro atisba, tempranamente, preocupaciones esenciales del ser humano. La poesía es espacio donde las apariciones agitan el vuelo de su despertar de la remota caída del primer hombre. Cayó en la caverna platónica. La oscura caverna donde los hombres alcanzan a ver la luz, entonces, por la oscuridad escalar la estatura de la plenitud del misterio. Pero este misterio es una abstracción, no una encarnación. De algo nos sirve la memoria. Probablemente para desenredar el tiempo, pero será el tiempo de la memoria y, a su vez, ésta es transformada por el mismo tiempo; entonces, ya no es lo que fue, tal vez, invención de lo vivido. El pasado se metamorfosea cuando regresa al espejo. La lluvia seguirá. El individuo hurgará, nuevamente, su interioridad y constará con esta memoria que se erige desde el barro.

Venid a bucear en la memoria que ha de rasgarnos la conciencia existencial.

“Extravío,

distancia, oscuridad,

sombra que pesan,

vidas que se disuelven

bajo los corredores de la nada.”

(Pág. 14)

Estos versos resumen, bellamente, la búsqueda del ser en el tiempo. Ese peregrinar por los senderos adustos de la memoria que nos enfrentan con la Nada. Despertar a la angustia de nuestra soledad interior. Peregrinaje hacia.

Tags relacionados