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Poesía

Entrada abierta a la mansión de Giovanna

Buscar por donde no se ha andado es un tránsito ignoto, mucho más cuando debemos definirlo, entonces, la búsqueda se transforma en poesía, como indagación de lo existente. No el acostumbrado, sino al juego visor. Lo acontecido se convierte en mansión.

El libro “Entrada Abierta a la Mansión Cerrada” de la poeta panameña, Giovanna Benedetti, Premio Ricardo Miró de poesía 2005, es un poemario que se encauza por un mundo olvidado que, gracias al juego, descubrimos. Todo juego tiene sus leyes. Estas van siendo elaboradas en el tránsito. Ello me recuerda la Morada de Santa Teresa de Jesús, aunque con propósitos distintos. No hay duda que la poeta traza su mansión como emulación de aquella, pero inteligentemente ella designa las habitaciones y pone, al principio del libro la gráfica de la mansión. Topografía orientadora. Cada poema se refiere a una de las habitaciones. La idea se encentra, repito, en el juego. ¿Qué tipo de juego? El juego del acertijo. Es desplazarse por cada una de las habitaciones que están rotuladas y, son, a la vez, el título de cada poema. Esa puerta abierta permite el recorrido. Entrar a la interioridad cerrada es posible por el lenguaje. Pero dicha interioridad, ¿es la búsqueda del alma por el amado? No. En san Juan de la Cruz, la casa está sosegada, no distraída por las cosas del mundo.

En este poemario, se recorre como un Adán que debe designar las cosas encontradas. Es decir, definir lo que le era vedado. Una mansión soñada y, la vez, enfrentarse ante un resplandor desconocido. También es vista como una especie de laberinto, no físico sino psicológico, de ahí la necesidad del juego. De ahí esos versos cargados de imágenes tautológicas, digo esto no con referencia a una exterioridad sino en función de las imágenes mismas. A veces, no hay una acción. Hay descripciones inusitadas, envolventes, alucinatorias y definiciones de lo que se está oteando. Esto le da a los poemas un sentido barroco que, a mi entender, los aleja de una búsqueda mística, ya que ésta requiere de una desnudez radical porque el alma puede ser distraída por los sentimientos. Por otro lado, la angustia no viene del ser angustiado, sino de la representación transcrita de la visión.

Por varios de los epígrafes, sabemos de algunas influencias, por ejemplo, borgiana. El laberinto sale a relucir, incluso, en el poema titulado Sótano de la Miseria me recuerda, aunque de manera distante, el cuento El Aleph de Borges. Este ve la simultaneidad de lo existente desde un sótano, nuestra poeta: la miseria. Veamos:

Ya no

hay para qué esperar.

La noche ha clausurado

el alba amenazante.

Ha cerrado de golpe

a la sombra en sus extremos.

Pero algo

(¿quién lo dice…?

hacia el sótano desciende

y un ángel

(el primero)

se lanza al vacío.

Este sótano es la vía de allegarse al vacío. Quienes se lanzan: los ángeles. Estos están cansados de la inmortalidad y deciden, no sabemos las razones, echarse al vacío como manera de entrar en el tiempo del olvido. En el fondo, el vacío sirve de predicado a la miseria o viceversa. La trascendencia se niega para optar por lo efímero. ¿No será un juego? Bien sabrá el lector llegar a la conclusión deseada.

Acertijo y laberinto se corresponde, en especial, en un poemario de una poeta que intenta desvelar un mundo interior donde la vivido y lo soñado necesitan ser designado desde la alucinación y el juego. Os invito a esta aventura.

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