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Desde la última butaca

Loro (2 de 2) Silvio y los otros

El cine de Paolo Sorrentino le canta a la decadencia moral, política y cultural de Italia como lo hizo en su tiempo Federico Fellini.

Una obra maestra como “La dolce vita”, fue suficiente para que Sorrentino descubriera en ella el efecto del calidoscopio. En su película, Fellini dibujaba el final de una Era y anunciaba el nacimiento de otra menos ortodoxa.

“La grande belleza” (2013), considerada un canto satírico a la vulgaridad, es considerada el drástico cambio que anunciaba la impronta fellinesca. Con ella, Sorrentino retrató, junto al resentimiento y la frustración de las pasadas generaciones, la vida alegre de quienes se insertan al nuevo esquema social. Y al igual que “Loro”, fue protagonizada por Tony Servillo, libra por libra, el mejor actor italiano de hoy.

Ahora, con “Loro” (mejor conocida como “Silvio y los otros”), el periodista Jordi Costa afirma que, Sorrentino “grita bien alto su intención de burlarse del ex-Primer Ministro de Italia, Silvio Berlusconi, al tiempo que se rinde una y otra vez a la seducción de su obsceno imaginario”.

El filme, fue dividido en dos partes, estrenadas de manera independiente. En 2018, la realidad obligó a Sorrentino a fundirlas en un solo filme de 154 minutos. En este nuevo proyecto, al director le faltaron un par de buenas tijeras para editar, al menos, 30 minutos de excesos en orgías y vacuidades.

Aun con este lastre, Loro es, hasta la fecha, una obra capital en la exitosa filmografía de Sorrentino. Es atrevida y elegante. Viaja de lo sublime a lo ridículo con sinceridad espantosa. Muestra el lado oscuro de un personaje detestable que durante tres mandatos sumió a Italia en el populismo, a la vez que vaciaba las arcas del Estado sin el menor escrúpulo. Todavía hoy, Berlusconi es un empresario (dueño de tres cadenas de televisión, dos equipos de fútbol de la Liga Italiana, editoras, y muchísimas propiedades inmobiliarias y negocios) que guardó prisión por dos años por diversos procesos judiciales seguidos en su contra, y quien, todavía, además de conservar sus riquezas, ostenta el poder político de su partido, desde el cual hace temblar, a cada rato, las simientes del Imperio antiguo, aunque ya nadie le hace caso.

Paolo Sorrentino sabe hacer milagros con la cámara. La coloca en el lugar indicado y en el momento preciso. En “Silvio y los otros” logra que la figura de Silvio Berlusconi se multiplique en los ángulos festinados que caracterizaron al personaje. Pero además, no oculta su maestría en captar el diseño de interiores, las tomas panorámicas, y el ambiente festivo de sus orgías. Es una cámara que no se pierde en detalles, que busca constantemente cómo trasmitir al espectador las vacuidades del protagonista, ya bien de frente o de espaldas, disfrazado, escuchando o debatiendo con la madre de sus hijos (treinta años más joven que él), casi al final del filme, cuando esta le pide el divorcio, hastiada ya de soportar los atropellos y las burlas de Berlusconi, cuanto trató de reconquistarla después de sus diatribas. Actuación aparte, el trabajo del maquillaje y vestuario del Ex primer Ministro de Italia fue tan profesional que ayuda a conformar la imagen del empresario exitoso que llegó al poder para ampliar sus arcas y controlar las esferas de influencia a lo largo y ancho del país.

Sorrentino sabe evitar excesos fotográficos. Tal vez sea esta la gran virtud de este filme adornado con una banda sonora impresionante y unos parlamentos que huelen a maestría literaria. El guion es otra virtud que no debe quedar al margen de un comentario que pretenda cierto grado de seriedad. El hecho de entroncar la vida de Berlusconi con la de un joven corrupto con ambiciones políticas que hace todo lo posible de llegar ante él sin escatimar ningún tipo de vulgaridad o delincuencia, será agradecido por un espectador que se sentirá agradecido por conocer a fondo la vida y el pensamiento de uno de los peores políticos que ha gobernado un país en los últimos tiempos.

No obstante la extensión de su metraje, Silvio y los otros sabe no dejar indiferente a quien la disfrute, sobre todo, a las jóvenes ingenuas que atenidas a una belleza transitoria aspiran con rapidez al dinero y a la fama transitorias.

Sinopsis: Con 70 años y luego de dos mandatos al frente del Gobierno de Italia, Silvio Berlusconi quiere volver al poder. De forma paralela, un joven ambicioso desea llegar al empresario en busca de un cargo en el Parlamento Europeo. Para lograrlo, prepara una orgía en la mansión de Berlusconi, en Cerdeña, con muchachas jóvenes y hermosas.

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