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Ensayo

La violencia de género en la literatura dominicana

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Elvira HernándezSanto Domingo

Los reportes por violencia de género  contra la mujer no solo están registrados con cifras frías. Hay una historia detrás de cada caso. Esto también ha quedado demostrado en la literatura dominicana en la que hay varias obras literarias cuyos autores han narrado episodios sobre la violencia de género.

Este hecho ha marcado un precedente en la historia de la República Dominicana. Un reporte ofrecido por la Fiscalía de Santo Domingo indica que hasta este mes han sido asesinadas alrededor de 168 mujeres,  y  que 90 de ellas han sido ultimadas por sus parejas o exparejas.

El poeta José Martí expresó: “Jamás sin dolor profundo produjo el hombre obras verdaderamente bellas” y esto, también, podría ser una musa que ha provocado que algunos escritores expresen lo trágico, dramático e injusto en sus obras llegando a abarcar ésta problemática social.

Pero ¿Qué otros motivos inciden en que una obra tenga en su contenido algún tipo de violencia de género?

Problemática La literatura dominicana, dice la escritora Jeannette Miller, ha proyectado en distintos momentos de su historia la violencia de género, específicamente, la violencia contra la mujer. 

Esta problemática social, según cita Miller, ha sido expresada en el poema “Una mujer está sola” de Aída Cartagena Portalatín; “La carnada”  de Hilma Contreras; los cuentos “Delicatessen” de Miguel Alfonseca; “La secta del Crisantemo”, de Ángela Hernández; y  el cuento “La mujer” de Juan Bosch.

En esta última obra, el escritor William Mejía, manifiesta que, el cuentista Bosch, apreciaba a las mujeres como un ser humano pero en este cuento culpa a la mujer de sus problemas por la sumisión hacia el hombre. Además, añade que, Bosch consideraba que las féminas están subvaludas por su sexo opuesto.

“La violencia de género en la literatura es una proyección de la misma vida, de una cotidianidad pautada por distintas formas de abuso; desde el físico hasta el sicológico, y todo esto como producto de una base cultural, entendida la cultura como unas formas y hábitos de comportamientos que vienen de atrás- comenta la ensayista Miller-. En este sentido, los cambios positivos que se han logrado son pocos”.

En este aspecto, Mejía menciona algunas obras con textos que contienen algún tipo de violencia de género: “La Fantasma de Higuey”, primera novela dominicana e “Iguaniona”,  ambas de Javier Angulo Guridi; “Enriquillo”, de Manuel de Jesús Galván, y “Cosas Añejas”, en el capítulo de “Las Vírgenes de Galindo”, de César Nicolás Pensón.

Explica que cuando la mujer es maltratada se convierte en una abusadora, es decir, que su violencia se transforma en venganza.

Por tal razón, cita Mejía, la obra “Invocar a un ángel”, de Geraldo Castillo (2011); en la cual Diana es abusada sexualmente y se convierte en una criminal.

Otras de las obras que hace referencia, el ensayista Mejía, en la cual, también, se comete violencia de manera política y personal contra la mujer  es “En el Tiempo de las Mariposas”, de Julia Alvares. La autora relata la vida de las tres hermanas Mirabal, quienes por asumir un compromiso político para tratar de derrocar el régimen Rafael L. Trujillo fueron acosadas, perseguidas, encarceladas y asesinadas. Además, por la relevancia histórica de esta novela se filmó una película. 

Que se refleje o no en la literatura, arguye la poetisa Miller, en el país la violencia y el abuso contra la mujer cada día crece más, “es como si fuera un vicio, una adicción, incluso una obligación demostrar que se es un macho, cuando golpeas a tu compañera, engañas, amenaza, acabas con su vida y la de tus propios hijos, en un acto de rabia, de impotencia y de venganza, formando así parte de una cadena de feminicidios que no se detiene”.

Desbalance en los personajes e incidencia de la religión  Los asesinatos, maltratos físicos y sicológicos, no son los únicos tipos de violencias, aclara Mejía, también la no  participación de la mujer en los textos es una discriminación, por lo tanto, “se demuestra un desbalance en el protagonismo de la narración y desvalorización del género femenino”.

“La literatura es machista no solamente porque la escriben hombres sino porque sus temas son del sexo masculino- explica Mejía-. Además, en una obra hay un desbalance de género cuando su protagonista y antagonista es hombres”, recalca. 

La etimología de esto, según él, es que la discriminación del sexo femenino comienza en todas las religiones porque en sus inicios fueron los hombres que la formaron.

“El hombre creó sus religiones y escribió sus textos sagrados y en estos imponen que la mujer esa de su propiedad”. 

Además, asegura, que otro factor que influye en las obras dominicanas, generalmente, es que tratan sobre el poder político en donde la actuación de la mujer es nula o insignificante. 

“Cada vez que Josefina, la primera esposa de Napoleón Bonaparte, le era infiel, este se molestaba y lograba sus conquistas. Cuando viene a ver la gran conquistadora del mundo era Josefina” manifiesta Mejía. 

“En la antigüedad casi no hubo escritoras y mucho menos se presentaba a la mujer con un papel protagónico. Si hubieran más escritoras, lo de pensar en femenino no fuera problema de los personajes, porque ya la autora esta pensando en femenino”, argumenta Mejía.

“Cuántos se habrán detenido en pensar en la psicología femenina, para que el personaje parezca una mujer. Es más fácil pensar en masculino para un escritor, y por lo tanto, es más dificultoso pensar en femenino para el hombre”,  dice el ensayista.

(+) INCIDENCIA DE LA SICOLOGÍA MASCULINA A juicio del literato Mejía, la tendencia de los escritores, de manera consciente e inconsciente, es redactar con la sicología masculina e insertar más a los hombres en las obras.

La clave para que un escritor cree un óptimo personaje del sexo opuesto es cuando conoce la sicología femenina y siendo un buen observador. “Yo observaba a mi madre, a mi vecina, a las mujeres que conocía para saber el porqué de su conducta”, reveló Mejía, al tiempo que dijo que la mujer tiene una reacción sexual y sicológica diferente al hombre.

Miller, de su parte, afirma que puede incidir la vida o experiencia personal del escritor en sus personajes y en el contenido de su obra. “Por más que el escritor tome distancia, hay elementos vivenciales, experiencias que se han grabado en su subconsciente que salen a flote de una manera u otra”.

Entre los autores que ha incidido su vida o experiencia personal en sus personajes y en el contenido de algunas de  sus obras, Miller menciona: el cuento “Ahora que vuelvo, Ton”, de René Del risco y Bermúdez; el libro de poemas “Los Inmigrantes” ,de Norberto James; y los libros de narraciones “Papeles de Sara”, de Manuel Rueda, y “Trujillo, Villa Francisca y otros fantasmas”, de Marcio Veloz Maggiolo.

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