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Crítica

La vida es un guion de cine

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Ángel Alonso DolzAsturias, España

A los pocos años de asombrar al mundo como una novedad, un truco de magia, el cinematógrafo decidió quitarse de encima la imagen de espectáculo para curiosos en carpas de ferias; ávido por asumir retos, tomado de la mano de los primeros visionarios que pusieron su fe en él, miró a su alrededor, tomó ingredientes de las artes y las letras universales, los asimiló junto a cualidades propias y comenzó un recorrido que en pocos años le permitiría implementar su lenguaje genuino, ese que le otorgaría a partir de entonces el derecho a ser reconocido como un arte.

El Cine había despegado y su vuelo no se detiene.

En el arte cinematográfico confluye la literatura transfigurada en forma de guión; unas veces interpreta la esencia de un texto publicado y otras lo escribe a partir de un concepto original; obras tomadas del teatro, de la novelística, inclusive de reportajes periodísticos, las ha asimilado transformándolas en la guía que sirve de base para expresarse en forma de filme. Piezas de los escenarios como "Un tranvía llamado deseo" (Dirección de Elia Kazan, 1951); "Cyrano de Bergerac" con una versión de Michael Gordon en 1950 y otra de Jean-Paul Rappeneau en 1990, como ejemplos, evidencian el poder del Séptimo Arte para asumir la esencia de la cultura con tanto éxito como lo han tenido las fuentes de procedencia, ello sin dejar de considerar que uno de los autores más llevado al cine es el dramaturgo inglés William Shakespeare.

En la literatura hay obras que de la narrativa pasan a la pantalla, con más o menos acierto, aunque es menester comprender que existen cualidades intrínsecas de cada manifestación, imposibles de traducir al llevarse a otra; casos relevantes de novelas convertidas al lenguaje cinematográfico son entre otros "El Gatopardo", de Giuseppe Tomasi Di Lampedusa, interpretado en forma de filme en el año 1963 por Luchino Visconti, como también "El Jardinero fiel", novela de John Le Carré llevada al Cine por Fernando Meirelles en el 2005; por supuesto, una cosa es leer una pieza concebida para la lectura y otra enfrentarse como espectador a ese audiovisual que es la película, nunca se puede pretender que el filme reproduzca un original letra por letra, de principio a fin, es imposible tratándose de artes diferentes cada cual con su propio lenguaje expresivo; porque en realidad, llevar un texto escrito a la pantalla viene a ser como reflejar el espíritu de la obra original, transformándola en otra con valores diferentes.

Habría mucho que analizar en cuanto a la apropiación que ha hecho el Cine -desde su génesis- de otras manifestaciones, cuando lo que en verdad puede considerarse el cordón umbilical entre todas ellas es la dramaturgia, un término que siempre se asoció al teatro por sus orígenes en la Antigua Grecia; sin embargo, la praxis ha demostrado que no solo en las artes literarias, escénicas, cinematográficas y otras, sino en todos los aspectos del universo -nuestras vidas incluidas- predomina la aplicación de ese concepto y aunque a veces el ser humano pueda determinarlo a voluntad, la lógica y la experiencia ratifican que más bien depende de eso que para algunos es la casualidad, para otros el "karma" y sin dudas el llamado azar o Destino.

La dramaturgia, un gran aporte desde varios siglos antes de nuestra era que alcanza hasta el presente, tiene su razón de ser y establece un contrapunto entre causa y efecto; al igual que en un guión, en todo cuanto nos rodea habrá siempre una exposición de acontecimientos, el desarrollo de los mismos -una historia-, un clímax y por supuesto el desenlace; es algo así como nacer, crecer, vivir y en un momento dado dejar de existir. Los griegos nos legaron los fundamentos del arte de estructurar algo escrito para ser representado en un teatro, un instrumento que luego se extendió en siglos posteriores a libretos y guiones originales, como también a las adaptaciones de la narrativa a las artes escénicas y el Cine.

El novelista escribe sus historias a partir de un diseño que estructura para ser leído; el autor de teatro se ve obligado a desarrollar la trama para que suceda en un espacio y un tiempo reales, presentes durante la representación en el escenario, en tanto el guionista de cine, televisión y radio, dispone de libertad para diseñar las obras, entrelazando la idea central con otras subyacentes, paralelas, pasadas, presentes y perspectivas, gracias a un elemento fundamental que aportó la cinematografía desde sus primeros tiempos que es el montaje, cuya primera experiencia aparece en el filme de la firma Edison "The Life of an American Fireman", en el cual Edwin S. Porter realizó la primera edición de planos y escenas, algo que tuvo su momento crucial gracias a David.W. Griffith con su cinta "Nacimiento de una Nación" en 1915.

Luego seguiría el desarrollo del montaje a través del polaco Dziga Vértov y el ruso Lev Kuleshov, quienes experimentaron en el primer cuarto del Siglo XX durante los primeros tiempos de la URSS, aunque fue el soviético Serguei Eisenstein con su obra maestra "El Acorazado Potemkin" (1925) quien alcanzó una cima que aún hoy se discute si superó lo logrado por Griffith. Estos pioneros hicieron realidad que el espectador pueda asimilar en la pantalla que haya un comienzo en el presente, se produzca un flashback o una retrospectiva hacia el pasado, y se vislumbre algo que sucederá después.

Por supuesto hay películas con una trama lineal donde se narran los acontecimientos de principio a fin, en tanto otras juegan con el espacio y el tiempo; en algunos ejemplos paradigmáticos como "Érase una vez en América" (de 1984) dirigido por Sergio Leone, la historia comienza en el presente y pasa a etapas del pasado, de ahí adelanta en el tiempo y retorna más atrás aún, en un juego magistral que sin dudas es uno de los aportes más significativos de esta película, difícil además por una estructura que desarrolla diversas subtramas y aún así, con toda su complejidad es asimilable, comprendida por los espectadores.

Lo vital del diseño dramatúrgico es que sea capaz de facilitar la comprensión, el entendimiento y la captación de los hechos que se exponen; al escribir un libreto o un guión, el autor comienza por una idea central donde el punto de partida es la creación de los personajes; éstos son la acción y mientras transcurre la trama que se narra se enfrentarán a obstáculos, conflictos, nudos argumentales... todo siempre soportado por esa columna vertebral que ofrece la estructura dramática, válida para cualquier género incluso para un filme de animación infantil.

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