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Crítica Literaria

El tercer "Bestiario" dominicano

El autor recibe el título de Profesor Honorario de la UASD

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Giovanni Di PietroSanto Domingo

Es a mediados de los años ochenta que empecé a escribir acerca de la novelística del país. El estímulo vino de una sugerencia del amigo Diógenes Céspedes, quien me encargara de hacer un ensayo sobre las novelas de la Guerra de Abril para la revista que editaba, Cuadernos de poética.

En lo anterior, eran pocas las novelas dominicanas que conocía. Si la memoria no me falla, se trata solo de dos: La Mañosa, de Juan Bosch, y La otra Penélope, de Andrés L. Mateo. La primera la leí sin entender mucho, pues mi conocimiento del castellano era escaso en ese entonces; la segunda, con más discernimiento, ya que lo que leía me agradó, pues tenía un contenido con el cual podía fácilmente identificarme.

Lo que ocurre es que llegué a la novelística dominicana no tanto por intereses literarios sino por la necesidad que sentía de entender la sociedad y el país en un período, los años ochenta, en el cual la crisis empezaba a golpearlos.

La idea de Diógenes, aunque buena, nunca la llevé a cabo. Esto se debe al simple hecho de que mi interés en el análisis investigativo es, diría, casi nulo. Prefiero ver los problemas, sociales o no, directamente a través del texto de la obra que estoy leyendo, sin intervención de todo el aparato crítico que una investigación de hecho y de derecho implica. Es como si dijéramos: no soy ratón de biblioteca.

De ahí que, desde el inicio de mi aventura en la novelística dominicana, lo que hice fue simplemente leer novelas, una después de la otra, y siempre sin mucha premeditación al respecto. Leía todas las que se me cruzaban por el camino. Raramente planeaba investigar un tema en específico o escribir sobre una obra en particular.

Los que a veces quieren alabarme dicen que yo me he leído todas las novelas dominicanas. Esto, obviamente, no es verdad. Pero sí he leído muchas de ellas, quizás más que cualquier otro crítico o novelista. Nada más, en términos de estos “Bestiarios” estamos hablando de por lo menos, más de sesenta obras, que no es poco. Otros libros míos, como: Quince estudios de novelística dominicana, Lecturas de novelas dominicanas, Entre los nuevos, Apuntes novelísticos dominicanos y Otras lecturas, solo por mencionar los que ahora mismo se me ocurre recordar, aumentan el número considerablemente.

Hay autores, como Marcio Veloz Maggiolo, Ramón Emilio Reyes y Horacio Read, por ejemplo, cuya obra he leído casi por completo. Y hay otros a los cuales, con toda la modestia del mundo, sostengo que he sacado del más completo olvido o del anonimato. Es el caso de José Jazd, de Gustavo Adolfo Mejía Ricart, de Amelia Francasci, de Ludin Lugo, de Melba Marrero de Munné, de Carmen Natalia y de Haím H. López Penha. De manera especial, a Ramón Lacay Polanco.

O sea, que me he desplazado fácilmente de las que son las novelas más tradicionales a las más actuales. Aquí, en este Bestiario, trato algunas de las novelas más recientes.

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