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Banilejos ilustres

Mujeres Banilejas: orgullo dominicano

La poesía lírica en honor y exaltación a su patria, y a la libertad, se convirtieron en el reflejo de su musa, anhelo y orgullo. María Encarnación Echeverría Vilaseca fue una ilustre poetisa banileja.

Nació el 30 de noviembre de 1821, el mismo día de la proclamación de Independencia de la República, bajo el amparo de la gran Colombia, el Dr. Nuñez de Cáceres; tal como citó Ángel Peña Castillo, en la revista Páginas Banilejas. Sus padres fueron Mariano Echavarría Heredia y Manuela Vilaseca.

Tuvo 3 hijos: Tomás María, Dolores Emilia de la Merced y María Mercedes.

El estro patriótico de Encarnación Echavarría se muestra en algunos de sus poemas llenos de exaltación. “Día de Reyes”, es uno de sus versos escritos en Puerto Rico, mientras estuvo exiliada, junto a su esposo, el poeta Félix María Del Monte. El dolor, el sufrimiento por la libertad y la lejanía del patrio suelo, se concibe en estas líneas.

Quien relacione la lucha por la libertad únicamente con peleas a manos armadas, se equivoca. Los versos son el arma cargada de sentimientos y objetivos. Así, eran las letras de Encarnación, que en los días de la Reforma y de la Independencia, incitaron, motivaron y reavivaron el deseo de lucha patriótica de muchos hombres; la bandera dominicana también fue su inspiración, a ella dedicó muchos de sus escritos.

Bajo el seudónimo de “Una Dominicana”, publicó en Santiago de los Caballeros versos contra la anexión a España, durante la Guerra de Restauración.

Encarnación Echavarría perteneció al primer grupo de la generación literaria dominicana justo en los tiempos de la independencia.

Su vida intelectual se destacó en la poesía americana. Detalló Ángel Peña Castillo en la revista Páginas Banilejas “por la fecundidad de su musa, por la fuerza de expresión de sus sentimientos, por la grandeza taumaturga de sus imágenes, el nombre de esta gloriosa mujer dominicana, mereció figurar entre los cenáculos más conspicuos de la cultura americana”.

El 29 de abril 1891 Encarnación Echavarría partió de este mundo.

Sin embargo, sus versos fueron merecedores de la mejor acogida en el extranjero. Su soneto “La Creencia”, fue seleccionado por Marcelino Menéndez y Pelayo para ser publicado en la Antología Poética Hispoamericana, en el IV Centenario Colombiano. Las páginas de la revista “Letras y Ciencias” y del libro “Semblanzas Dominicanas”, de Federico Benigno Pérez, plasmaron su obra literaria. Algunos de sus versos se encuentran también en la obra “Musas de Peravia” de Ynoemia Villar.

Patriota excelsa, figura cimera de la poesía lírica de la segunda década del siglo XVIII, y gloriosa poetisa, son algunas de las consideraciones apreciativas hacia Encarnación Echavarría, una banileja de fuerza lírica y patriota.

En su honor, el parque infantil localizado en el Este de Baní, lleva su nombre.

Consideraciones Héctor Colombino Perelló la llamó “Honra del parnaso quisqueyano, por la fluidez de sus imágenes, por la elevación de su ‘yo’”.

Don Federico Benigno Pérez, en su obra “Semblanzas Dominicanas”, escribió de tan excelsa dama, lo siguiente “Doña Encarnación Echavarría es una de las más inspiradas poetisas que hemos contado en nuestra patria.

Nació en el verde valle de Baní, cuyas beldades han sido cantadas por el eximio novelista Fco.

G. Billini, y cuya exuberancia se extiende desde los más imperfectos seres de la escala zoológica, hasta el hombre, rey de la creación […]”.

Canela Mota Poetisa audaz y heroína de la Restauración Dominicana.

Son pocas las referencias bibliográficas y documentales sobre Encarnación Mota y Cotín (Canela).

Sin embargo, existe un hecho significativo que marca su deseo inherente por defender a la patria, un acontecimiento plasmado por uno de los historiadores más importantes del país, Emilio Rodriguez Demorizzi.

“Con una bandera en mano, posiblemente el 18 de marzo de 1862, Canela Mota salió a las calles de su natal Baní proclamando la insignia poética:

Mi bandera no se baja, ella estuvo siempre arriba. Es el alma de mi patria y por ella doy mi vida”. En la revista Páginas Banilejas,

Alcides García Lluberes cita: “Mientras se preparaba el 18 de marzo, y en esta misma negra fecha, en Baní hubo manifestaciones de protesta. En los días que precedieron a la Gran Traición se celebró una Junta Popular de carácter nacionalista, muy alarmante, tanto que por haberla consentido fue reemplazado el comandante de las armas Wenceslao Guerrero, y en el momento mismo en que los patricidas realizaban su obra, Encarnación Mota – la atrevida e inspiradora Canela, hija de don Manuel de Regla Mota, el ejecutor en Baní del hecho que ella habría condenado – salió a la calle clamando en contra del odioso hecho, derramó lágrimas de santa indignación, e hirió el amor propio de los varones que consentían la consumación de tan vergonzoso perjuicio. ¡Esa sublime mujer que se desliga así de lo actual, que se arroba ante la visión gloriosa de sus abuelos y ante la visión ternísima de soñados hijos libérrimos, será siempre un símbolo..!” Su intrepidez y valentía, la llevaron a contraponerse a su padre, el presidente banilejo Manuel de Regla Mota, quien le aconsejó no interponerse en las actividades proselitistas, cita el historiador: “quizá por su juventud y por las limitaciones de su género”.

Si bien, las informaciones sobre su vida son escasas, Canela Mota fue considerada por el intelectual banilejo Angel María Peña y Castillo, como un prototipo de civismo nacional.

En su honor, una calle de Baní lleva su nombre, al igual que una Plaza Cultural y un liceo, también, para distinguirla y recordarla se construyó un gran mural y un busto.

Algunos poemas La creencia “Llego al templo anhelosa y angustiada, me postro ante el altar de mis mayores y como por encanto los dolores huyen dejando el alma sosegada. Llena de fe, de gratitud colmada por romper el labio en plácidos loores, y de la eternidad los resplandores mi frente alumbran de pesar surcada. I este inefable gozo, esta alegría prenda de amor del Dios Omnipotente, ya la insensata y cruel filosofía. Quiere troquemos en su rabia urgente por desesperación y rebeldía, atrás, monstruos de horror, hunde la frente”

A mi Patria “¡Quién te dijera, oh dulce patria mía, objetos de mis ansias y desvelos, que al cínico querer de un tiranuelo gemir pudiera el universo un día! ¿Por qué no te tragó la mar bravía que besa humilde tu envidiado suelo, cuando tu enseña augusta y sin recelo, de la victoria el viento sacudía? De tus proscritos hijos en la frente no imprimiera el signo ignominioso que mira con sarcasmo el extranjero: No fueras de vergu¨enza un precedente que en América sienta cauteloso un traidor tan feliz como altanero”. María Echavarría

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