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Literatura

Rapsodia para tontos

La filosofía fue introducida por la poesía en la antigua Grecia. Esto porque esta rama del conocer era nueva y dicha palabra (filosofía) era, entonces, amanerada. Los filosofos de entonces se valieron de los mitos, del oráculo y de las herramientas de la poesía. Recordad el poema de Parménides. La poesía formaba parte de la conciencia de dicha sociedad: Homero y Hesíodo. Hoy se manifiesta lo contrario, por lo menos entre poetas dominicanos. Desean prestigiarse con la filosofía. El poeta desea ser un oráculo. Entonces, las herramientas del pensar son de utilidad a estos descendientes de la mayéutica o de los sofistas como Pirrón entre otros. Hago esta digresión introductoria porque, directa o indirectamente, el poeta que nos toca reseñar pisa el terreno de esta poética. Hablo de Médar Serrata, perteneciente a la promoción de las 80. Nueva visión alejada de la poética del compromiso social e interesada por el lenguaje y por la búsqueda interior y filosófica.

El poemario que nos ocupa es Rapsodia para Tontos. Su segundo libro. Publicó su primer libro en 1986: Las Piedras de Abaco. Rapsodia para Tontos nos llega en su segunda edición por la editorial LibrUsa, 1999, Miami, Florida 33196.

Debo reconocer que no conocía esta publicación. Y uno se sorprende que nuestra famosa crítica no haya sacado ningún comentario al respecto. Es normal el silencio. Estamos acostumbrados. No así con respecto a autores ajenos que no sean los mismos del patio literario. Incluso me atrevo a decir que no leen a los poetas nuestros. Carecen de toda memoria. Somos una crítica de fantasmas. Perdonen, no soy crítico, adiós las gracias. Un libro como el de Médar pasa desapercibido, ni siquiera mencionado. El ostracismo forma parte del panteón de injusticia literaria, pero más vale Cronos que pone a cada quien en su lugar.

Para mí es un poemario fabuloso. El mismo cuenta de siete poemas más bien largos, pero con un ritmo en ascenso y con un lenguaje culto sin que sea ininteligible, cada verso muestra la mano de un orfebre, delicado y respetuoso. Obviamente, Cuál es el tema o la preocupación de nuestro poeta? Nos sugiere que su texto depende de otro escrito ´por un tal David Pérez: Una Hora Inefable. Lo interesante es que nos deja ver que el objeto de los poemas es la belleza y la destrucción, ambas representan un aspecto de lo Inefable. En cada poema, por deducción, debe manifestar la destrucción de la belleza o la belleza de la destrucción. Ambas deben de provocar el aspecto inefable.

Qué tiene de inefable la destrucción? El aspecto intransferible de lo destruido. Cosa que no sabremos contemplando al otro, sino experimentándolo. Cómo traducir la efeméride de lo existente? Hábilmente el poeta se vale de preguntas y símbolos que si bien nada nos revela, por lo menos, permite la representación de un acto bello. La presencia de Dios no es posible precisamente porque no entra en el mundo de lo efímero.

Médar va creando una atmósfera densa donde interroga, corta e infringe en busca de una razón que muestra lo irracional de la existencia, que se ajusta a la descomposición, al olor del malestar y este desplome es terrible porque el sentimiento no se manifiesta como tal. El pensar de esta poesía es su impasibilidad:

¨Reflejo de su propia imagen es el cuerpo

Ventana a lo inasible

Presencia que es estorbo

Atropelladas formas que el calor desata

Ruinas

Basurero sin fin donde echar las edades

Quizás un hado adverso en vilo lo sostiene¨

(Pág. 19)

La destrucción se manifiesta en esta densidad. Ya no es la imagen de ningún dios sino de sí mismo (del cuerpo) que tiene la funesta manera de perecer. Es una visión Hedeggeriana: el ser para la muerte. El poeta hace una apología de la muerte, pero bellamente plasmada.

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